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viernes, diciembre 5, 2025
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El trabajo informal alcanza las cifras más altas en 17 años

Casi el 60% de la población vive en la informalidad, según las cifras más recientes del INEC. Más allá de los datos, conoce más de esta realidad y de quienes sobreviven con lo que ganan día a día. 

POR: Esteban Cárdenas Verdesoto

Son las 11:30 y el sol empieza a desaparecer en un cielo que combina con los gases y el humo que sale de los carros y buses que pasan: grises. Carlos Andrango, un hombre en el que las canas han ganado la batalla por su cabello y su barba, prepara su gorro y paraguas para lo que, según él, es una “lluvia segura”. 

Con ropa desteñida, una gorra que era negra y zapatos percudidos, Carlos se sienta en un banco de madera, que le sirve de silla durante sus largas jornadas de trabajo, tras prepararse para el temporal; justo al lado de una vía concurrida de Cumbayá, uno de los valles de Quito. 

Delante de su presencia, amigable y risueña, posa una mesa de plástico con un un contenedor de madera en el que se pueden leer varios nombres conocidos: “Marlboro, Lark, Carnival, Jet”, toda una variedad de títulos que han acompañado los últimos tres años de Carlos, “todos los días”. 

“Yo aquí vendo cigarrillos desde las 10:00 hasta las 16:00, menos los domingos”, dice el hombre, con una voz algo ronca. 

Como él, cientos de miles de ecuatorianos han encontrado en la informalidad la única forma de subsistir: el empleo adecuado ha caído drásticamente en los últimos años, mientras que la informalidad y el subempleo crecen sin freno. Según cifras oficiales, más de la mitad de la población ocupada en Ecuador se encuentra en la informalidad. Es decir, como Carlos, trabajan sin un contrato que los respalde, sin seguro de salud, sin jubilación. Sobreviven al día, con lo que la calle les da.

La promesa de estabilidad se ha vuelto un lujo para pocos. Pero, ¿qué significa realmente vivir en la informalidad? ¿Cómo es ganarse el día, literalmente, día a día? La historia de Carlos es sólo una de muchas en un país donde trabajar ya no siempre significa estabilidad.

Una lucha diaria

“Tabacos, tabacos, tabacos”, repite Carlos, una y otra vez, mientras las personas pasan junto a su puesto improvisado. Algunos ni lo miran. Otros, con prisa, le lanzan un “no, gracias”, sin detenerse. A veces alguien se acerca, pregunta el precio y, finalmente, saca unas monedas del bolsillo para comprar un cigarrillo suelto.

“Hay días buenos y días malos”, dice Carlos, encogiéndose de hombros. “A veces vendo unos 10 dólares, otras veces ni cinco”. Su negocio no tiene garantía ni salario fijo. Lo que gana depende del movimiento de la calle, del clima, de si hay agentes municipales rondando o no.

Vender cigarrillos o cualquier otra cosa en la calle no es sólo cuestión de resistir el sol, la lluvia o el cansancio. También está el temor de que un operativo le quite su mercadería. “Cuando veo que vienen, mejor me hago un lado. No quiero problemas, pero ya me han quitado cajetillas más de una vez”. En Ecuador, la venta informal de cualquier tipo de productos en el espacio público es una de las tantas actividades que caminan en la delgada línea entre la tolerancia y la prohibición.

Carlos, con voz más suave y soñolienta, recuerda que antes tenía un trabajo fijo y formal. Por más de una década fue guardia de seguridad en una empresa de construcción, pero hace cinco años lo despidieron. “Me dijeron que iban a renovar la planta. Y después de los 50, ya nadie quiere darle trabajo a uno”, cuenta mientras se acomoda la gorra descolorida. Él, hoy tiene 57 años. 

Intentó buscar empleo, pero cada entrevista terminaba en lo mismo: le ofrecían sueldos miserables o simplemente no lo llamaban de vuelta. “Yo tengo familia, tengo que pagar comida, arriendo. No puedo darme el lujo de esperar sentado”.

De hecho, vive junto a su esposa, de 52 años, en una de las zonas más alejadas de Lumbisí. Ella tampoco ha logrado conseguir trabajo y actualmente se dedica también al comercio informal, por lo que lo poco que ganan tiene que destinarse a comida, arriendo y ayudar, en lo que se puede, a sus dos hijos, quienes pudieron estudiar la Universidad y hoy, cuenta Carlos, están trabajando fuera de la ciudad. 

Después de haber perdido el trabajo y ante la incertidumbre de lo que podría venir después, pudo hablar con algunos de sus amigos que hizo en su lugar de trabajo y, luego de recibir algunos consejos, decidió comprar una caja de cigarrillos y salir a la calle. No fue fácil, pero con el tiempo aprendió qué marcas se venden más, en qué horarios hay más clientes y cómo lidiar con los altibajos del negocio.

Pero hay días en que sus nuevas ‘oficinas’ no les dan nada. “A veces llueve y la gente sólo quiere irse rápido a su casa. O a veces vienen otros vendedores y la competencia se pone dura; es complicado también porque hay algunos que no respetan y quieren adueñarse de los espacios de trabajo. Uno tiene que rebuscarse como sea”, explica.

A pesar de todo, sonríe. “Al menos aquí nadie me manda”, dice. Pero su risa es breve. 

Cifras y análisis

Las estadísticas demuestran cómo esta realidad es cada vez más recurrente en el país. Al cierre de 2024, Ecuador registró una tasa de empleo adecuado del 33%, la más baja del año y una disminución de 2,9 puntos porcentuales respecto a diciembre de 2023. Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos INEC, este tipo de empleo comprende a personas que perciben ingresos igual o mayores al salario básico unificado, trabajan al menos 40 horas a la semana y cuentan con beneficios de ley.

Paralelamente, el empleo informal escaló al 58%, alcanzando su nivel más alto en 17 años. Esto, según la Encuesta de Empleo, Desempleo y Subempleo, realizada por el INEC. En otras palabras, más de la mitad de la población ocupada se ve obligada a trabajar sin las garantías de un contrato formal, sin acceso a seguridad social y con ingresos que, en promedio, no superan los $354,6 mensuales, una caída de $45,3 en comparación con el año pasado. Una vez más, esta tasa de informalidad es la más alta registrada por el INEC desde diciembre de 2007, primer dato que reposa en la web oficial. 

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La precarización laboral no sólo afecta a los ingresos, sino que también tiene un impacto directo en la calidad de vida de las personas. La falta de estabilidad económica y la ausencia de beneficios sociales generan una sensación constante de incertidumbre y vulnerabilidad. Además, la creciente competencia en el sector informal reduce aún más las posibilidades de obtener ingresos suficientes para cubrir las necesidades básicas.

Daniel Pavón, analista económico, asegura que estas estadísticas revelan la realidad de la economía actualmente en el país. Esto, sobre todo, debido a que la realidad “es que la economía se encuentra estancada y en procesos de decrecimiento”. 

Para el experto, el análisis refleja que las personas no tienen un mayor acceso a fuentes de empleo debido al estancamiento económico que tiene el país y que ha sumido a las empresas, de todo tamaño, en escenarios que son restrictivos por la firmeza de las cargas tributarias. 

“Lo que pasa es grave. Es simple: si la empresa no puede crecer, no puede contratar a más gente. Si no se contrata más gente, no crecen las fuentes empleo; si no crecen las fuentes de empleo, la gente se queda sin dinero para gastar, lo que a su vez termina por afectar a las mismas empresas que se quedan sin clientes. Por eso, es importante mantener la estabilidad en la economía macro para impactar a la microeconomía de manera dinámica y fluida. 

Por otro lado, Patricio Alarcón, economista, asegura que de seguir este camino, Ecuador mantiene el rumbo a un futuro “pobre”, en el que el constante crecimiento población no encuentre cabida para salir a flote. Por eso, hace un llamado a los gobiernos para garantizar el bienestar de las personas a través de medidas que, aunque sean impopulares, permitirán mantener un futuro mejor para las personas. 

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Pablo Terán
Pablo Terán
Webmaster en Ecuador Chequea. Profesional en Comunicación Social, experiencia-26 años. He trabajado en diferentes medios de comunicación, entre ellos Diario La Hora, por 18 años. Fui Editor de Sociedad, Quito e Interculturalidad. Tengo, además, una maestría en Psicología Holística.

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