La presencia policial y militar se concentró principalmente en la Presidencia y en las estaciones del Trolebús y el Metro de Quito. En la ciudad no hubo mayor presencia de personas o tránsito. Los negocios funcionaron hoy a medio gas y entre el miedo de que vuelva la violencia.
Si alguna vez escuchaste la frase «miedo paralizante», tal vez puedas imaginar el escenario de locales cerrados o funcionando con la mitad de su personal en previsión de posibles actos de violencia. Esa fue, precisamente, la reacción de Quito ante la nueva ola de inseguridad sin precedentes que enfrenta el país, que obligara al Gobierno a reconocer la existencia de un conflicto armado interno.
A semejante situación llegó el país tras disturbios simultáneos en seis cárceles entre el domingo y lunes, así como la toma del canal TC Televisión, por parte de un grupo de delincuentes encapuchados y armados con pistolas y explosivos.
El usual bullicio y congestiones de la hora pico, así como el intenso movimiento en las zonas comerciales de la ciudad fueron reemplazados por un ambiente de tensión en las principales vías, que lucían semi vacías y sin la presencia militar que en la víspera ofreció el propio presidente, Daniel Noboa, así como autoridades de las Fuerzas Armadas.
Hubo dos excepciones notables: la primera, el complejo presidencial de Carondelet, sede del Gobierno ecuatoriano, que permaneció durante toda la jornada con un cerco metálico y bajo la custodia de policías y militares. Y, la segunda, las estaciones del Metro y el Trolebús, en cada una de las cuales grupos de seis militares fuertemente armados resguardaban las instalaciones mientras grupos de policías nacionales revisaban las mochilas o bolsas de los escasos pasajeros que ingresaban.
Ante esta escasa asistencia de pasajeros, las estaciones del Metro no sólo lucían casi vacías, sino que cada salida de los trenes se demoraba un tiempo adicional.
«¿Qué le podemos hacer? No podemos levantarnos y gritar que ya salga. Más bien hay que comprender la situación y agradecer que esto está funcionando. Y ojalá no haya suspensiones ni otras novedades», comentó el empleado privado Estéban Núñez, tras seis minutos de espera en el interior de uno de los trenes en la estación El Labrador, cerca del mediodía.
La escasa gente que ingresaba a esta estación dejaba atrás las vías con escaso tráfico vehicular y peatonal en extensas zonas comerciales de Cotocollao, El Condado, La Ofelia y el mismo El Labrador.
El sector comercial
En el mercado municipal de Cotocollao, menos de la mitad de los comerciantes decidieron atender, y los pocos que lo hicieron lamentaban no sólo la escasísima llegada de consumidores, sino también de productos provenientes de otras provincias, como papas y carne de ganado.
«Apenas vimos las noticias, no lo pensamos dos veces y cerramos de una. Es tan grave la situación que se ve que aparentemente no se puede hacer nada. Entonces, es mejor ponernos a buen recaudo. Y por eso mismo muchos compañeros decidieron no reabrir hoy», comentó el comerciante Carlos Parra.
Este centro popular por lo menos funcionaba a medias, con la esperanza de que la normalidad se restablezca en el transcurso de la jornada. En el centro comercial Hermano Miguel, en el centro de Quito, en cambio, abrieron sus puertas menos de 20 de sus 1.604 locales, confirmaron sus dirigentes.
El comerciante César Pilliza lamentó que en la víspera «la gente se dejó llevar por los rumores, tal como ya sucedió en los dos paros (de octubre de 2019 y mayo de 2022), cuando se decía que ya empiezan los saqueos, que ya hay tiroteos, que y hay desmanes. Eso fue lo más peligroso. Hoy los pocos que vinieron se regresaron nomás al ver que no hay gente, pero en la tarde les vamos a llamar porque, si no vienen ellos, tampoco va a venir la gente».
Los alrededores de este centro comercial y de sus zonas aledañas, fueron ayer, precisamente el epicentro de la salida masiva y precipitada de una gran cantidad de gente. Hoy, en cambio, era el sitio de concentración de una gran cantidad de agentes policiales y municipales, que se mantenían vigilantes en previsión de cualquier novedad en el transcurso de la jornada.
En este contexto, pasadas las 13:30, algunos de los uniformados responsables de estas rondas de vigilancia no reportaron novedades de consideración en las vías y espacios públicos del centro histórico.
En contraste a este ambiente de relativa calma, pero con gran tensión, pasadas las 15:00 los bomberos confirmaron que dos personas desconocidas que se trasladaban en motocicleta provocaron el incendio de un vehículo que se encontraba estacionado en las calles De Las Higueras y Eloy Alfaro, en el norte de la ciudad.
El incendio fue controlado por los propios moradores de la zona hasta que llegaron los bomberos. Un incidente similar se dio en un puente peatonal de Gualo, causando sólo daños materiales leves.
EN PROVINCIAS
En Morona Santiago, medios locales reportaron que una gran cantidad de conductores de vehículos de todo tipo acudieron a gasolineras para abastecerse de combustible. Señalaron, asimismo, que los transportistas interprovinciales que operan desde la terminal terrestre han modificado sus horarios de servicio para ajustarse al toque de queda en vigencia en el país, entre las 23:00 y las 05:00.
En Ibarra, en cambio, se registró un ataque con un explosivo en contra de la Unidad de Policía Comunitaria de la parroquia Priorato y se logró la detención de algunas personas vinculadas con este hecho de violencia. En la misma capital de Imbabura se confirmó que en el interior de la cárcel se produjeron disturbios.
Hasta el mediodía de este miércoles no se reportaron novedades de consideración desde Cuenca, cuyas actividades cotidianas se realizaron con menor intensidad en comparación con días anteriores. Eso sí, la jornada transcurrió con la preocupación ciudadana tras conocerse que unos 66 guardias penitenciarios han sido retenidos por presos en el interior de la cárcel de Turi.
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