El debate entre Luisa González y Daniel Noboa les pareció tan aburrido que llegan a llamarlo ‘no-debate’. Los entrevistados aseguran que no aportó en la toma de decisiones previo a la segunda vuelta y que serán estos últimos días de campaña los que inclinen la balanza.
El analista político Alfredo Espinosa y la exconsejera de Participación Ciudadana Ibeth Estupiñán coinciden en señalar que el debate presidencial entre Daniel Noboa (alianza ‘ADN’) y Luisa González (Revolución Ciudadana) fue intrascendente, plano, acartonado, y no lograría la incidencia que se esperaba en la intención de voto, sobre todo de los indecisos.
Agregaron que lo fundamental para captar la Presidencia de la República es el posdebate, lo que los candidatos y sus equipos hagan de aquí en adelante, hasta el 12 de octubre, último día de campaña electoral.
Espinosa califica el encuentro entre Noboa y González como un No debate, sino una exposición de ideas con etiqueta de debate. «No hubo careo, no hubo confrontación de ideas, no hubo un espacio para que los candidatos puedan deliberar, argumentar», dijo Espinosa. Ahora, añadió, lo fundamental se dará en estos días que quedan de campaña, tanto de manera presencial como en el ámbito digital, donde deberán reforzar ideas y propuestas, para tratar de sumar voluntades.
Por su parte, Estupiñán considera que el «tablero» electoral aún no está definido y los dos candidatos mantienen intactas las posibilidades de llegar a Carondelet. Y el que lo logré, dice la exconsejera, será el que en estos 11 días que quedan de campaña logren difundir, ampliar y convencer con sus propuestas para dirigir el país. «El debate fue tan aburrido que no había el interés de continuar viéndolo. Todos los ecuatorianos esperábamos más», manifestó.
A la crítica del formato del debate se sumó Gustavo Vallejo, presidente del Partido Socialista, para quien fue totalmente inflexible e impidió desarrollar los temas a los candidatos, que optaron por exponer «cantidad de propuestas que parecen pensadas para 4 años de gobierno y no para el año y medio que corresponde».
Defectos y virtudes de los candidatos
Espinosa asegura que no es que Noboa haya empeorado con relación al primer debate, tras lo cual levantó grandes expectativas, sino que ahora se lo pudo apreciar en su esencia, con un mayor tiempo de exposición ante las preguntas y repreguntas. Y fue cuando se notaron esos «huecos» en su intervención, demorándose en contestar, tratando de hilvanar la idea que quería expresar y mirando a otro lado.
Recuerda que en el primer debate hubo otros seis candidatos que se disputaron la atención del electorado, pero que sobresalieron unos tres postulantes, entre ellos Bolívar Armijos, quien fue material de memes, pero que, en lo global, permitió a Noboa colarse en la segunda vuelta.
Sobre González, asegura que se le vio más entrenada que en la presentación previa a la elección del 20 de agosto, pero que no necesariamente contestó a las preguntas de la moderadora. Añadió que está vez la candidata del correísmo apeló a la emotividad y que, a diferencia del anterior debate, hubo poca mención a Rafael Correa y a su Gobierno, al menos directamente. Y que manejó muy bien las formas, mirando a las cámaras, al elector tras las pantallas.
Vallejo vio a candidatos nerviosos, dubitativos, sin explicar cómo plasmarían sus propuestas, con qué recursos. «Tuvimos dos candidatos que se sintió, casi casi, que salieron directo de un laboratorio al debate, ceñidos a las directrices de sus equipos de asesores», manifestó Vallejo.
Mientras que Estupiñán se pregunta si Noboa llegó muy confiado o si durante el desarrollo del debate hubo algún elemento distractor, ya que se demoraba mucho en contestar, mientras que a González se le vio mejor «entrenada».
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