8 de cada 10 jóvenes en Ecuador no tienen empleo fijo o adecuado, según un estudio de ‘Children international’. Salarios bajos, precariedad y falta de acceso son algunos de los problemas colaterales. Esto provoca también un alto deseo de emigrar en este sector de la población.
POR: Esteban Cárdenas Verdesoto
“Qué feo es tener que preocuparse todos los días de cómo vas a hacer para salir adelante, cómo puedes seguir creciendo si no hay oportunidades, cómo ser independiente, cómo salir de la casa de mis padres. ¿Cómo puedo hacer para ser un adulto funcional, si no consigo trabajo ni dinero?”. Son preguntas que se hace Miguel Celi, de 25 años.
Con una voz fuerte y tintes de molestia, cuenta que se graduó hace tres años y son esos mismos tres años en los que no ha podido conseguir un empleo fijo, más allá de “algunos trabajos de freelance”, para poder emprender una vida más independiente y “libre”.
Así como él, en el país 8 de cada 10 jóvenes no cuentan con un empleo fijo o adecuado; esta realidad complica las oportunidades a futuro y las proyecciones a largo plazo de este sector, que en la teoría debería ser uno de los más activos, laboralmente hablando. La realidad de Ecuador no se acerca al ideal.
Celi vive en casa de sus padres. Son tres años en los que ha habitado y recorrido los mismos pasillos y habitaciones con un sentimiento de “frustración”. Y es que la sensación de hogar ha venido con altibajos por la incomodidad de sentirse un “mantenido”.
“Tres años buscando trabajo y no ha salido nada. Cuando me gradué conseguí unas pasantías en una agencia de comunicación, pero tuvieron problemas y no me llamaron para quedarme porque no les alcanzaba el presupuesto. Ese fue mi primer trabajo y ni siquiera fue pagado. Ya ahí comencé a tener la presión de mis papás, de decirme que ya busque trabajo, que necesito ganar mi propio dinero, que debo ayudar en la casa; según ellos, yo no quería trabajar”, dice.
Después de esto, el joven empezó a enviar currículums y a aplicar a toda oportunidad que le salía, pero aun así, no obtuvo los mejores resultados. “Tranquilamente te puedo decir que apliqué a unos 15 trabajos, pero ninguno salía. Hasta que recibí una llamada de una agencia que necesitaba un diseñador para un proyecto, acepté, me reuní y al final entré. Pero el problema es que no era un trabajo fijo, iba a ser facturado y me iban a pagar una miseria por los tres meses de trabajo que me pedían. Igual, para que mis papás no piensen que no quería hacer nada, acepté y ahí gané algo de experiencia también”.
“Pero, claro que eso no fue suficiente”. Así siguió poco a poco con la misma dinámica de trabajo. A veces le aceptaban para proyectos o trabajos específicos ofreciéndole pagos bajos, algo que se justificaba con su poca experiencia. “Pero cómo iba a tener experiencia si no encontraba donde ganar esa experiencia”, dice fuertemente.
“Ahora estoy como freelance de un par de empresas, pero eso me da apenas para ayudar con poco en la casa y tener algo para mis cosas”, explica con frustración.
Hoy, Celi vive con “lo que salga”. Y esta es la realidad de los jóvenes ecuatorianos, descrita en el estudio ‘Diagnóstico nacional de necesidades, motivaciones y barreras para el acceso al empleo juvenil en Ecuador’, realizado por ‘Children International’; una radiografía de la realidad que se vive en el país.
Cifras
El panorama laboral para los jóvenes es cada vez más incierto. Más de la mitad de la población joven no tiene ingresos, casi el 80% de los desempleados quiere emigrar y quienes logran conseguir trabajo ganan sueldos muy por debajo del salario básico.
En mayo de 2024, la tasa de desempleo juvenil en Ecuador alcanzó el 9,5%, un 3,4% más de lo que se reportó en el mismo periodo de 2023. Sin embargo, el problema no es sólo la falta de trabajo, sino también la calidad del empleo.
Según el estudio, el 29,3% de los jóvenes de entre 18 y 29 años está subempleado y 32,5% tiene algún tipo de empleo no adecuado; es decir, gana menos del salario mínimo y trabaja menos horas de las que quisiera o está en empleos informales. El empleo adecuado, que garantiza estabilidad y todos los beneficios de Ley, apenas alcanza al 28,7% de los jóvenes, una cifra menor al 34,5 % registrado en 2023. Esto significa que cada vez menos jóvenes acceden a un empleo con condiciones laborales dignas.
Asimismo, el estudio revela que el ingreso promedio de los jóvenes es de $375,6, lo que está por debajo del salario básico ($460). Pero la situación es aún más preocupante cuando se analiza por nivel educativo.
Según los datos, los jóvenes con posgrado ganan, un promedio, de $438,16; quienes tienen un título de tercer nivel únicamente ganan en promedio $292,30; los jóvenes con una tecnología ganan en promedio $225,05 y los jóvenes con únicamente bachillerato tienen un salario promedio de $179,90.
Sin embargo, el estudio, hablando del tema educativo, también establece que los jóvenes que estudiaron en instituciones educativas privadas tienen más oportunidades laborales que quienes estudiaron en universidades o institutos públicos. Es así que, de los jóvenes graduados en Universidades privadas, se encontró que el 65,8% se encuentra desempleado, mientras que en el caso de instituciones públicas y mixtas la cifra asciende al 84,2% y 83,3%, respectivamente.
De igual manera, uno de los datos más alarmantes que presenta el estudio es que el 51,1% de los jóvenes no tiene ningún ingreso, lo que refleja una alta dependencia económica de terceros, en el mayor caso sus padres. Y el 70% de los jóvenes entre 18 y 29 años no tiene seguridad social. porque trabaja en condiciones de informalidad. Este problema es aún más grave en el caso de las mujeres, quienes además enfrentan una mayor carga de trabajo no remunerado.
Pero la problemática es aún mayor si se habla de provincias de la Costa o la Amazonía. Los datos revelan que en la Amazonía el 83,3% de los jóvenes perciben la situación laboral como negativa; en la Costa la cifra asciende al 72,2% y en la Sierra, el total es de 66,6%.
Todos estos números presentan una radiografía de la realidad que viven los jóvenes al momento de buscar un empleo o, incluso, lo complicado que puede llegar a ser independizarse económicamente.
De hecho, la falta de oportunidades ha llevado a que el 79,3% de los jóvenes desempleados haya considerado emigrar. A medida que pasa más tiempo sin encontrar empleo, esta idea se vuelve más fuerte. Esto, debido a que la búsqueda de empleo es larga y frustrante. En promedio, un joven tarda 9 meses en conseguir trabajo y, en muchos casos, ese empleo no tiene relación con su carrera o formación profesional.
Pero, ¿qué implican estos datos y qué se puede hacer para mejorar el panorama?
Con miras a futuro
El economista Patricio Alarcón explica claramente que estos datos son un reflejo de la realidad que está viviendo la economía a escala nacional. Detalla que el consumo no ha logrado recuperarse y la economía de Ecuador se encuentra en un estancamiento que se ha ido expandiendo cada vez más en el tiempo.
“Esto sólo nos muestra que la economía no ha crecido. Lo que tenemos es un modelo fallido que no permite que la economía crezca”, dice.
El problema, sin embargo, es que este estancamiento se refleja en todos los aspectos de la sociedad. Según Alarcón, esta falta de generación de empleo pone en situaciones de vulnerabilidad a los jóvenes, “que deberían ser el sector con más trabajo y que más pueda aportar a la economía”.
“Entonces los jóvenes no pueden salir de sus casas, no pueden cubrir sus gastos, son más propensos a que los coopten bandas criminales. Es un ciclo sin fin que empieza a crecer como bola de nieve y que permite que vivamos situaciones como las que actualmente tiene el país. Un país sin oportunidades para los jóvenes se convierte justamente en el país que tenemos”, explica.
Para el experto, si se quiere solucionar esto es necesario que el país y el próximo Gobierno lleve a cabo cambios estructurales: “No podemos seguir siendo un país que gasta más de lo que ingresa en la economía local. Hay un déficit de cinco mil millones de dólares, y aunque no parezca esto afecta directamente en la generación de empleo de todos los sectores”.
“¿Por qué?”, se pregunta Alarcón. “Porque se saca plata del bolsillo a los empresarios, a las personas de a pie, con acciones como la subida del IVA y las transferencias del IESS para cubrir los huecos que deja la mala administración estatal. Entonces, esto limita la economía y hace que las plazas de empleo sean menores, porque las empresas no tienen para dar más, pero también las personas no tienen para gastar más. Todo es una cadena en la que cada eslabón influye directamente en el otro”.
El economista, además, detalla que, si no se hace nada, el país seguirá caminando cada vez más hacia la pobreza, hacia la violencia, hacia la inequidad y a la falta de servicios que dignifiquen la vida de las personas.
Mientras tanto, personas como Celi aún buscan una solución para salir adelante y poder cumplir sus metas. Esperando a que un empleo llegue.
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