La Organización Mundial de la Salud define que la contaminación acústica es una amenaza subestimada. En Ecuador hay carencia de legislación y debate sobre la importancia de un control real.
En la Constitución se define que el Estado promoverá el uso de tecnologías limpias y de “energías alternativas no contaminantes y de bajo impacto”. Además, se reconoce que la población tiene el derecho a vivir en un ambiente sano y ecológicamente equilibrado. Entre esto se incluye el control a la contaminación acústica, pero ¿qué tan cierto es esto en la práctica? Pues, lo cierto es que, tanto en el país, como a nivel mundial, este tipo de contaminación afecta a millones de personas.
Según el Centro de Contaminación del Medio Ambiente, la contaminación acústica se define como la exposición regular a niveles altos de sonidos, lo que puede afectar gravemente a los seres humanos o a otros seres vivos. Señala que este tipo de contaminación es “omnipresente” en la sociedad y es parte de la cotidianidad.
Por ejemplo, el sonido de tráfico, las construcciones con maquinaria pesada, aeropuertos, música alta constante, sonidos industriales, como ventiladores, sonidos domésticos, entre otros.
La Organización Mundial de la Salud señala que el ruido es una “amenaza subestimada”, que puede causar varios problemas de salud a corto y largo plazo. De hecho, la señala como una de las principales molestias medioambientales. La OMS recomienda, para el ruido comunitario, menos de 30 decibeles (dB), en los dormitorios durante la noche, menos de 35 dB.Sin embargo, según la misma Organización Mundial, un automóvil genera 70 decibeles, un martillo neumático 100 y un avión despega a 120. La OMS define como ruido cualquier sonido superior a 65 decibeles. Este se vuelve dañino, si es superior a los 75, y a partir de los 120 es doloroso.
Según un artículo de la Sociedad Chilena Acústica, en Ecuador la contaminación acústica aporta “negativamente al problema del estrés en las personas que laboran en las diferentes oficinas de los casos céntricos”.
La Secretaría del Ambiente de Quito proporcionó a Ecuador Chequea los índices a los que ha llegado la capital en el 2020 y 2021 respecto al ruido, como muestra para graficar esta realidad. Para el promedio de la noche se toma en cuenta desde las 21h00 hasta las 06h00, el día es desde las 06h00 hasta las 21h00.
Estas son las cifras:
Año | Promedio del día (dbA) | Promedio de la noche |
2020 | Máximo: 67.2
Mínimo: 48.9 |
Máximo: 68.9
Mínimo: 43.7 |
2021 | Máximo: 69.7
Mínimo: 49.6 |
Máximo: 63.4
Minimo 46.3 |
Así, Quito presenta un ruido mucho más alto y por encima de los índices máximos en la noche y en el día. Según la Secretaría del Ambiente “no existe una norma nacional para controlar el ruido ambiental. Sin embargo, se aplican las guías de la Organización Mundial de la Salud”, la cual establece que para el día se debe tener un máximo de 65 dbA y en la noche 55 dBA.
La ingeniera ambiental y máster en gestión ambiental Carolina Zurita señala que en Ecuador existe un Acuerdo Ministerial desde el 2015. En el Anexo 5 se manifiestan los niveles máximos de emisión de ruido y vibración. Zurita comenta que los límites de ruido se establecen en función del uso del suelo. Existen límites para zonas urbanas, industriales, mixtas y para áreas protegidas. La experta proporcionó a este medio el documento, que dicta que los municipios son los responsables de hacer cumplir la norma y podrá señalar zonas de restricción de ruido temporal o permanente. En el mismo se indican los siguientes índices:
La Secretaría del Ambiente negó nuevamente que exista una normativa para el control de ruido, pero enviaron otro documento, como “insumo”, que se titula: Ley de Prevención y Control de la Contaminación Ambiental. Este tiene fecha del 9 de octubre del 2004. La ingeniera Zurita especificó que este documento se derogó en 2017. En el Suplemento de Registro Oficial N° 983 se establece en la segunda disposición: Deróguese la Ley de Prevención y Control de Contaminación Ambiental.
La experta también señaló que es muy complicado que no exista una norma porque de otra forma “cómo se regularía la contaminación acústica”. Lo que evidencia un vacío comunicacional o de conocimiento respecto a la forma en la que se debe controlar la contaminación acústica por parte de las autoridades.
Además, comentó que este tipo de contaminación es totalmente normalizada en la ciudadanía. “Estamos acostumbrados al ruido, pensamos que es normal estar expuestos a esos sonidos”, manifiesta la experta.
Impacto ciudadano
La empresa Mimi Hearing Technologies ha realizado pruebas auditivas a más de 1,5 millones de personas a nivel mundial. En su último reporte del 2021, las personas que utilizan dispositivos móviles suelen consumir contenido de audio a niveles 17% más altos que escuchar sólo un ruido de fondo. Señalan que la mayoría de los casos de pérdida auditiva es causada por la contaminación acústica.
Señalan que, de las personas entre 20 y 30 años de edad, el 20% tiene una pérdida auditiva leve. El número aumenta al 25% en personas de 30 a 40 años y 30% entre los 40 a 50 años.
Según la Academia de Ciencia de Australia, la exposición a ruido prolongado o excesivo causa una variedad de problemas de salud. La OMS realizó un estudio en el que se analizó el ruido ambiental de aviones, trenes y vehículos. Descubrieron que, al menos un millón de años de vida saludable se pierden cada año solo en Europa por la contaminación acústica. Los científicos calificaron al ruido de tráfico en segundo lugar entre las amenazas ambientales para la salud pública. La Academia manifiesta: “Pueden ser los sonidos que ni siquiera somos conscientes de que estamos escuchando los que más nos afectan, en particular, los que ‘escuchamos’ cuando estamos dormidos”.
El Centro de Contaminación Ambiental señala que estas son las posibles enfermedades humanas causadas por la contaminación acústica:
- Hipertensión: como resultado directo de la exposición al ruido es posible que hayan niveles elevados en la sangre.
- Alteraciones del sueño: son causadas por tráfico aéreo o terrestre constante durante la noche. Esto puede acarrear otras enfermedades graves.
- Pérdida de audición: los niveles de ruido como de 140 dB para adultos y 120 dbA son una causa directa de la enfermedad.
- Disfunciones cardiovasculares: presión arterial elevada por la contaminación acústica que puede provocar enfermedades cardiovasculares.
Un estudio realizado por el Dr. Orfeu Buxton, un experto en sueño de la Universidad de Harvard, monitoreó la actividad cerebral de voluntarios sanos, a los que se reprodujo clips de sonido de 10 segundos de diferentes tipos mientras dormían. Se encontró que el ruido desencadena la respuesta de estrés agudo del cuerpo, lo que aumenta la presión arterial y la frecuencia cardíaca.
Pero no sólo eso, sino que al medio ambiente en general le afecta de gran manera. En un estudio de Royal Society se evidenció que los animales vertebrados al estar expuestos a ruidos agudos desencadenaron una carga de parásitos significativamente mayor.
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