Hoy, en el Día del Ambiente, hacemos un balance del país: desde la contaminación con gases de efecto invernadero hasta el avance extractivo, enfrentamos muchos retos. El crecimiento desordenado de las ciudades afecta. ¿Qué podemos hacer?

El verde se apodera del paisaje en medio de una orquesta de insectos y las tonadas de otros sonidos propios de la selva. Ranas, insectos, aves, todos conviven en un paraíso apartado del ruido de las ciudades o del humo negro que desprenden los vehículos que marcan las vías del desarrollo.

En medio del Yasuní, uno de los Parques Nacionales con mayor área del país, se comprende mejor porque Ecuador ha sido nombrado en el puesto seis de los diez países megadiversos del mundo; una denominación que se lo ha ganado por la cantidad de flora y fauna nativa y endémica que se encuentra en espacios como este. Sólo en el Yasuní, el país cuenta con más de 650 especies de árboles por cada hectárea y un total de 2.000 especies arbóreas en toda su área. A esto se suma un total de 610 especies de aves, 121 de reptiles, 150 de anfibios y más de 250 especies de peces. 

Y es que este es uno de los espacios que suman a las estadísticas naturales del país, pero no el único. En Ecuador, alrededor del 27% del territorio ha sido nombrado área protegida por su riqueza natural, otro indicio de su gran diversidad cuando de naturaleza se trata. Esto, en conjunto, lo hace una joya que concentra especies animales y vegetales, además de ecosistemas importantes y frágiles, en cuatro mundos: Costa, Sierra, Amazonía y las islas Galápagos. Esta última también aporta un gran nivel de endemismo por las especies que allí habitan. 

Viéndolo de esta manera, se puede ver al país como un espacio en el que la naturaleza confluye de forma rica y diversa; lo que, a su vez, muestra la importancia de cuidar estos espacios, que no sólo son de importancia para los ecuatorianos, sino para todo el entorno global. Sin embargo, todos los días aparecen nuevos retos en esta búsqueda de mantener los ecosistemas limpios y saludables. Hoy, por el Día del Ambiente, te contamos las principales deudas que tiene Ecuador con su naturaleza y los retos a futuro. 

Riesgos para el ambiente

Uno de los riesgos que ha crecido descontroladamente es el crecimiento poblacional. Y es que sólo en Quito, el ritmo de crecimiento en el área o mancha urbana se ha duplicado desde 2011. Esto ha implicado una mayor expansión en las ciudades, restando espacio a las zonas naturales.

Mayra Díaz, ingeniera ambiental, asegura que esta es una de las principales amenazas que ha tenido que afrontar el ambiente en los últimos años, “es una realidad que se ha venido viviendo, no sólo en las grandes ciudades, sino en todo Ecuador”.

“Cada vez hay menos espacios para los bosques, para los páramos, para los bosques tropicales o para los manglares. Esto pone en grave riesgo el ambiente y también el abastecimiento de agua, la regulación climática y otros servicios ambientales que brinda la naturaleza a la población”, dice. “Porque hay que recordar que la naturaleza no sólo ofrece paisajes bonitos a las personas, también servicios ambientales que permiten a las personas vivir dignamente”. 

La experta cita algunos ejemplos de los servicios ambientales que brindan los diferentes ecosistemas al país: “El páramo, por ejemplo, es clave para el abastecimiento de agua de las ciudades, porque de allí baja toda el agua limpia que se usa en los sistemas de distribución; los manglares ayudan con contención de oleajes y marejadas, además de evitar la erosión del suelo; la Amazonía retiene el agua que baja y brinda también servicios de intercambio de CO2, limpiando el aire que respiramos. Todo está conectado y que vivamos bien depende de que los ecosistemas se mantengan sanos”. 

Por esto, la expansión del área urbana puede generar desbalances de los ecosistemas, haciendo que estos dejen de cumplir sus funciones primordiales y los servicios a la población. “Hay que comprender que los ecosistemas tienen como una balanza. Cuando los factores cambian y se inclina esa balanza, puede generar un efecto en cadena que haga que se pierdan especies de insectos, plantas o animales, lo que desequilibra toda la cadena de la zona y convierte a los ecosistemas en lugares no saludables o estables”.

Pero, el crecimiento de la mancha urbana y de la población también viene de la mano con un mayor índice de contaminación. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en Ecuador cada persona emite 1,9 toneladas de gases contaminantes por año, siendo el principal el dióxido de carbono, característico de procesos de combustión y contaminación vehicular. Desde 1996, la cifra de emisiones de CO2 ha crecido en más de un 80% en el sector del transporte, siendo uno de los más relevantes al momento de analizar los procesos de contaminación. Cabe destacar que este es uno de los gases de mayor aporte al efecto invernadero, que, a su vez, contribuye al calentamiento climático acelerado.

Pero esta no es la única fuente de contaminación. Ecuador genera 4,1 millones de toneladas de residuos sólidos al año, lo que representa 273.000 camiones de basura, de los cuales sólo el 6% es reciclado.

Asimismo, los procesos extractivos también se han convertido en un riesgo para el país. El avance de industrias como la minería se ha convertido en una de las principales preocupaciones de los sectores preocupados por cuidar el medio ambiente. Así lo explica Molina: “La minería sigue avanzando, tanto legal como ilegal, cada una con sus efectos en el ambiente. Por un lado, tenemos la minería legal, que abarca grandes espacios naturales y destruye la biodiversidad en su área, más aún si no se trata responsablemente. Y, por otro lado, tenemos a la minería ilegal, que causa aún más daño, por la falta de procesos controlados y por la contaminación del agua y la tierra con elementos que pueden ser tan dañinos como los metales pesados, que causan la muerte hasta de personas”.

Según datos de MapBiomas, iniciativa dedicada al análisis del avance de las actividades extractivas, sólo entre 2015 y 2021 se incrementaron 5,616 hectáreas de nueva minería para alcanzar una superficie total de 7.495 hectáreas dedicadas a esta actividad en todo el país. Este último dato equivale a más de 10 mil canchas de fútbol profesional. Desde el 2015 el crecimiento registrado ha alcanzado el 300%; o, en otras palabras, desde ese año las áreas destinadas a la minería se han cuadruplicado. 

A esto se suma también la extracción petrolera, que ya ha dejado huella en los diferentes espacios naturales de Ecuador. Entre 2015 y 2021 el país registró un total de 900 derrames petroleros, la mayor parte por roturas en las tuberías de transporte de crudo. Parques nacionales como el Cayambe-Coca (2022) y el Yasuní (2006) han sido afectados por estos eventos, que cuentan víctimas vivas de todo tipo, desde insectos hasta animales grandes y peces. 

Ante estos riesgos, la población se ha levantado con acciones como la consulta popular que prohíbe la explotación minera en los campos ITT del Yasuní o la consulta que prohibió todo tipo de minería en el Chocó Andino de Quito. Sin embargo, para expertas como Molina, si bien estos avances son importantes, no terminan siendo suficientes si se ve el avance acelerado que han tenido los procesos extractivos en el país.

Además, acciones extractivas como la industria camaronera también han dejado su huella. Para Molina, esta actividad es la principal causa de destrucción de manglares, uno de los ecosistemas frágiles que tiene Ecuador “y que deberían ser más protegidos”. 

Todos estos factores, además, van de la mano con el desencadenamiento del cambio climático, que también se espera que golpee al país cada vez más en los próximos años. Según un informe de la Organización de las Naciones Unidas, el derretimiento de los glaciares y el aumento en el nivel del mar son un factor de gran importancia que se empezará a vivir con el avance del cambio climático. Sólo para el 2050 se espera que el mar crezca 15 centímetros, mientras que la cifra para el 2080 es de 36 centímetros. Esto, ya de por sí, podría obligar al desplazamiento de especies acuáticas necesarias para la alimentación humana y cambiar entornos naturales al punto de desequilibrarlos en su totalidad, poniendo en riesgo la recepción de servicios ambientales. 

A esto también se suma una mayor presencia de tormentas y fuertes lluvias, lo que se ve aún más potenciado con daños e inundaciones con suelos erosionados, un factor que crece con la tala de bosques y pérdida de vegetación nativa. Pero no es todo, entre los riesgos que puede traer el cambio climático también se incluyen la reducción de la productividad agrícola y la acidificación de los mares, que reduce el nivel de oxígeno a los 100 metros al nivel del mar, lo que también puede poner en riesgo la soberanía alimentaria del país. 

“Si se produce un incremento de la temperatura mayor a 1,5°C, el mundo vivirá calores extremos, periodos de lluvia prolongada, inundaciones, sequías y, en general, fenómenos atmosféricos cada vez más adversos. Esto afectará a la población mundial, con desastres frecuentes, escasez de alimentos, proliferación de enfermedades; además de los efectos en la naturaleza con un desequilibrio de ecosistemas que pondrá en peligro la biodiversidad, al extinguirse especies de flora y fauna, pérdida de los hábitats y por ende la capacidad de supervivencia de numerosas especies incapaces de adaptar sus necesidades a las nuevas condiciones ambientales”, dice el informe, prediciendo la futura realidad, si no se toman acciones. 

“En el caso de Ecuador, y como dato revelador, se ha perdido el 40% de los glaciares en los últimos 30 años. Además, 2 de las 7 coberturas glaciares con las que cuenta el país están en riesgo inminente. El Carihuairazo es un ejemplo de ello, al haber perdido el 92% de su casquete glaciar entre 1956 y 2018. Además, se han identificado 26 especies del género Anopheles, vectores de la Malaria, y 55 especies del género Lutzomyia sensu lato, en razón del alza en la temperatura. E incluso el Glaciar Quito, en la Antártida, evidencia aumento del caudal de su río, evidenciando la pérdida en los glaciares a nivel mundial y, por ende, el agua dulce del planeta”, se lee en el texto.

Molina asegura que esta realidad permite ver varias de las deudas de conservación que mantiene el país con la naturaleza y su cuidado. Por esto, es necesario tomar en cuenta acciones que puedan ayudar a mitigar estos efectos en los próximos años. 

¿Qué hacer?

Para Molina, es necesario que el país se enfoque en la recuperación y cuidado de las áreas protegidas, “porque de nada sirve decir que se tiene el 27% del territorio protegido cuando no hay presupuesto ni planes de conservación eficientes”. Para ella, esta es una de las principales deudas que mantienen los gobiernos con el ambiente. 

A esto se suma un crecimiento ordenado de las ciudades, pensando en que estas sean cada vez más sostenibles. “Es necesario que las ciudades y los cantones empiecen a planificar mejor su crecimiento, tomando en cuenta el ambiente y el cuidado de los ecosistemas. Debemos cambiar el chip de crecimiento desarrollado, para crecer más armónicamente con el ambiente para, en mayor medida, intentar no afectarlo”. 

Enrique Vargas, urbanista, asegura que esto es posible, siempre y cuando las ciudades y el país puedan tener una planificación clara y ordenada a largo plazo. “El país y las ciudades crecen de manera desordenada, lo que no permite tomar en cuenta al ambiente en el proceso. Necesitamos ponernos proyectos a largo plazo, pensando que las condiciones van a cambiar y que se puede crecer de manera ordenada”.

Asimismo, sobre la contaminación, Díaz asegura que es necesario que las ciudades tomen en cuenta la importancia que tiene el manejo de residuos en esta dinámica y de la buena gestión de estos para aprovecharlos al máximo. “Hay ya varios procesos que permiten aprovechar los residuos de diferentes maneras, deberíamos empezar por ahí”. 

Para ella, a largo plazo el país también debe cambiar su política extractivista, “yendo de la mano con la agenda global” para así frenar la huella contaminante y sus efectos, que han empezado a exponencializarse en todo el país. 

“El transporte verde y sustentable, el buen manejo de las expansiones de las ciudades y tomar en cuenta la importancia real de la naturaleza en la vida diaria es fundamental para afrontar los próximos años, que se vienen fuertes”, dice.

Por esto, los expertos destacan que el cuidado debe empezar ya para poder recibir frutos en los próximos años o décadas, “es una lucha por sobrevivir como especie”, dice Molina. 

Ella destaca que también es importante que se tomen acciones individuales como el reciclar, el no desperdicio de agua, pero “estas son insuficientes”. “Si se quieren hacer grandes cambios necesitamos una política estatal que vele por la naturaleza”.

Te puede interesar:

· Claudia Sheinbaum habría dicho que Noboa le ha faltado el respeto a México

· Nayib Bukele se habría referido a Noboa y a Milei en su discurso

· Empleo y servicios básicos, las dos grandes necesidades del sector rural