El sistema educativo ecuatoriano tiene alrededor de 50 mil estudiantes extranjeros, pero una brecha que no está calculada ni cubierta. Ecuador tiene la obligación de garantizar la educación de estas personas, pero las acciones son aún insuficientes.
Pequeños pasos acompañan cada uno de sus movimientos, mientras, junto a su madre, el pequeño Miguel Córdova, de 11 años, camina junto a su madre en la estrecha vía que la lleva a su trabajo. Ella atiende un local de abarrotes en la avenida Real Audiencia y todos los días, de lunes a viernes, cierra el negocio al mediodía para ir a recoger a su hijo de las clases, luego de un viaje de unos 10 minutos en bus.
Daniela Cárceres, madre del pequeño, llegó desde Venezuela, su país natal, hace más de cuatro años. Las condiciones económicas que tenían en su país y el haberse quedado sin trabajo, como administradora de un local comercial, le obligó a salir de su país.
“Tenía unos hermanos que vinieron a Ecuador y me ofrecieron recibirme hasta que pueda conseguir algo, porque ellos ya estaban aquí por dos años antes”, dice. “Ellos me ayudaron al llegar. Fue duro”.
Luego de casi un año sin conseguir un empleo fijo e intentando dedicarse al comercio, Cáceres conoció a una mujer que le dió el trabajo que mantiene hasta hoy, “atendiendo un micro mercado y gestionando ventas”, algo en lo que ya había ganado experiencia en su país. “Mi sueldo no es alto, pero eso me permitió asentarme un poco y ayudar a mis hermanos en la casa”.
Durante todos estos meses, su pequeño no pudo asistir a clases, las que tuvo que dejar en su país por el viaje. En el proceso, Daniela tampoco consideró dejar a su hijo en Venezuela, “porque su papá no se hizo cargo y no tenía con quién dejarle”. Por esto, él y sus hermanos se convirtieron en su apoyo, pero también el pequeño fue posicionándose como una prioridad: “no podía mi hijo dejar las clases por más tiempo”.
Una vez pudo regularizar su estadía en el país, proceso que duró casi un año más, pudo inscribir a su pequeño al sistema educativo “recién”. Hoy, luego de este largo camino, él puede estudiar en una escuela fiscal ubicada en la avenida 6 de Diciembre, donde espera acabar el sexto año de educación básica, pues la falta de continuidad en su estudios le obligó a retrasar su avance en lo académico.
“Ahora él está feliz y espero que pueda seguir avanzando, porque el plan ya es quedarnos aquí. Fue complicado y hasta ahora ha tenido algunos problemas por su edad y el avance en clases, pero no han pasado a mayores. Espero que esto ya sea una condición definitiva, que nos permita quedarnos hasta ver qué pasa”, dice.
Pero no todas las historias son iguales, hay casos en los que la migración arrebata años educativos o sacrifican los estudios de los menores que llegan a Ecuador, debido a la falta de facilidades al momento de regularizar su estancia en el país o al momento de querer registrar a sus pequeños en instituciones educativas.
Este es el caso de Fernanda Cueva, de 31 años, quien tiene una hija de siete años. La pequeña no ha podido ingresar en el sistema educativo desde que llegó a Ecuador, hace poco más de un año. Ella llegó con su hija y su esposo a Quito. Los días y meses sin encontrar trabajo le abrieron la posibilidad de dedicarse al comercio informal, del que se mantiene hasta hoy; mientras su esposo empezó a trabajar como reciclador.
Las condiciones que ha tenido en los últimos meses no le han permitido continuar con procesos y papeleos enfocados en la regularización de su estadía: “Tampoco hemos recibido ayudas”. Por esto, su hija no ha tenido la oportunidad de ingresar al sistema educativo, pues uno de los requisitos para ingresar a su pequeña es poder mantener un estatus legal en el país.
“Mi hija ha estado perdiendo clases y ha dejado de estudiar. No hemos podido hacer mucho y los trámites avanzan lento”, dice.
Estas condiciones se viven día a día en Ecuador, que en los últimos años se convirtió en uno de los destinos más concurridos por venezolanos debido a la crisis que vive ese país. Pero, ¿qué dicen las cifras sobre los migrantes que mantienen sus estudios en Ecuador? y ¿qué obligaciones tiene el país al respecto?
La educación es un derecho
La Constitución de Ecuador garantiza que todas las personas tienen el derecho a la educación. Además, este mismo texto reconoce la ciudadanía universal, por lo que estos derechos aplican, no sólo para ecuatorianos, sino también para todas las personas que residen o se encuentran en el país.
Este mismo derecho está reconocido también en la Ley de Movilidad Humana, que establece una serie de obligaciones que mantiene el Estado con quienes entren en condición de migrantes. Uno de estos, enmarcado en este texto, establece que las personas en movilidad humana tienen derecho al acceso a la justicia en igualdad de condiciones y a la integración de niños y adolescentes en sistemas educativos. Lo mismo se establece en la Ley Orgánica de Educación Intercultural, que garantiza el acceso universal, permanencia, movilidad y egreso del sistema educativo de todos, sin discriminación.
Unicef Ecuador, por su lado, establece que la educación es un derecho para todos los niños y adolescentes sin distinción, “que debe ser garantizado para precautelar su aprendizaje y bienestar”.
“Cuando los niños dejan de estudiar están más expuestos a abusos, violencia, trabajo infantil u otros riesgos”, dice. La entidad reconoce que el rezago educativo es uno de los factores de vulnerabilidad más concurrente en la población migrantes en países como Ecuador.
Sin embargo, para María Sol Villagómez, experta en educación, este derecho no siempre se garantiza. “A pesar de que la educación es un derecho de todos y todas a lo largo de la vida, la estructura educativa de Ecuador, no siempre está a la altura para cumplir esta demanda”.
“Los estudios indican que hay un número importante de estudiantes de diferentes nacionalidades en el sistema educativo ecuatoriano. El sistema debería estar preparado para esto y para que esta cifra incremente. Yo pienso que se ha avanzado en esto, pero falta aún”, dice.
Para ella, los menores extranjeros que se mantienen en el país viven una doble vulnerabilidad, al ser migrantes y al no contar con facilidades para continuar sus procesos educativos, “lo que les hace más vulnerables también a posibles abusos e incluso a la trata, algo que ha sido más común con la llegada de la población venezolana”. A esto se suman retrasos necesarios en el desarrollo intelectual y pedagógico.
“Hay una afectación también a su salud emocional, en términos de crecimiento y maduración; salud física, biológica y de su seguridad”, dice.
Y es que la llegada de cada vez más migrantes desde ese país ha marcado la dinámica en movilidad humana, “aunque ha ido reduciendo, las personas que han llegado han exigido cada vez más al sistema educativo”.
Villagómez destaca que en la migración que llega de ese país hay un grupo que se encuentra en aún más vulnerabilidad, que son quienes entran a Ecuador en tránsito.
“Estas personas buscan ir a otros países y, al llegar a Ecuador, su prioridad no es que sus hijos continúen sus estudios. Esto genera una brecha aún más grande, que Ecuador debería intentar subsanar con su sistema educativo y con los apoyos sociales”, dice. “Siempre en estos procesos migratorios los niños y mujeres son los más afectados”.
Cifras
En Ecuador, según datos de la Cancillería y del Ministerio de Gobierno, residen más de 200 mil migrantes venezolanos, sin hacer énfasis en sus edades, ni estados; por lo que esto incluye a menores de edad.
Según datos del Ministerio de Educación, en el sistema educativo ecuatoriano existen más de 50 mil estudiantes de diferentes nacionalidades, en su mayoría venezolanos, colombianos y peruanos, en ese orden.
Esta cifra se ha visto incrementada entre 2017 y 2022, de forma exponencial, cuando pasó de 34.698 estudiantes a 87.265, lo que representó un incremento de 151%, sólo en esos periodos. Sin embargo, después de esto, el país vivió una reducción considerable de estudiantes extranjeros. Esto, debido a que en el período 2022 – 2023, la cifra pasó de 87.265 a 41.132, lo que representó una reducción del 52,8%.
Este abandono, según expertos como Carlos Villacis, profesional en temas de educación, se dio debido a la salida masiva de extranjeros del país y también a las condiciones económicas que se han podido presentar. Sin embargo, aclara, no hay un estudio que analice qué está pasando con los niños migrantes que dejan el sistema educativo, lo que también configura un déficit en el accionar estatal en torno a la garantización de los derechos básicos de estos grupos. “Es necesario que Ecuador tome en serio estos temas, la brecha de acceso de migrantes a la educación no está calculada y podría ser mayor”.
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