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Ecuadólares: ¿por qué se habla de ellos y qué significan?
marzo 20, 2025

El término ha vuelto a cobrar fuerza los últimos días, a vísperas de la campaña electoral. Sin embargo, ¿qué significa y qué problemas o beneficios pueden surgir en Ecuador, si se llegara a aplicar un modelo similar? Te contamos. 

POR: Esteban Cárdenas Verdesoto

‘Ecuadólares’, una palabra que ha venido resonando cada vez más en redes sociales y en las conversaciones a medida que se acerca la campaña electoral para la segunda vuelta. Y es que es esta propuesta la que se ha dado desde un sector de la política, pero que ha sido aprovechada por el otro bando para hablar de posibles daños a la dolarización y a la estructura económica del país. 

Este término, hoy, una vez más ha vuelto a cobrar fuerza en medio del proceso electoral, con el que se definirá quién se sentará en el sillón mayor de Carondelet por los próximos cuatro años. Incluso se ha hablado recientemente de la propuesta a través de las declaraciones de Paola Cabezas, legisladora correísta, en el programa Políticamente Correcto. 

Allí, Cabezas sugirió que la dolarización en el país debería adaptarse a las necesidades productivas locales, afirmando que no implica “pensar en inglés”, sino más bien implementar una “dolarización a la ecuatoriana”. Esta perspectiva busca ajustar el sistema monetario a las particularidades económicas de Ecuador.  

En su intervención, además, la legisladora propuso la reducción del uso de billetes físicos en la economía nacional. Según Cabezas, el país adquiere dólares y, para fortalecer la dolarización, sería conveniente desincentivar el consumo del billete físico. 

Las declaraciones de Cabezas generaron reacciones inmediatas en el ámbito político y en redes sociales. El asambleísta Jorge Peñafiel, del movimiento Construye, recordó la propuesta de los “ecuadólares” presentada en 2023 por Andrés Arauz, sugiriendo que la idea de una “dolarización a la ecuatoriana” podría interpretarse como una forma de desvalorizar el dólar en la economía nacional. 

Por su parte, Gissela Garzón, también asambleísta de la Revolución Ciudadana, defendió la postura de su bancada, enfatizando que su intención es proteger la dolarización. Garzón señaló que el Banco Central ya emite monedas fraccionarias y que la digitalización de pagos es una práctica común en el sistema financiero, comparable al uso de billeteras electrónicas en el país. 

En este contexto, el economista Alberto Acosta Espinoza, quien en su momento mantuvo vínculos con el correísmo, también se mostró favorable a la propuesta: “No es una mala idea tener una moneda paralela al dólar, una suerte de dólar electrónico ecuatoriano o ecuadólar. Hay experiencias exitosas de este tipo de monedas paralelas. Serviría en este momento de crisis aguda para oxigenar la economía asfixiada por el austericidio neoliberal. Incluso ayudaría a apuntalar la dolarización. Esta medida se puede complementar con un uso adecuado y responsable de una parte de la reserva monetaria internacional. El ecuadólar no implica una salida de la dolarización. No porque no sea técnicamente posible, sino porque es necesario asumir el tema monetario y cambiario con mucha responsabilidad. Si se entró a la dolarización a lo bruto, una salida a lo bruto sería otro acto de histórica irresponsabilidad”. Esto, en un mensaje difundido a través de su cuenta de X.

Y con esto el debate se ha vuelto a encender. Sin embargo, es necesario, en esta coyuntura, entender qué significa este concepto, qué implica y cuáles son los riesgos o beneficios que podría tener Ecuador en caso de llevar la propuesta a cabo. 

¿Qué son los ‘ecuadólares’ y de dónde nacen? 

La idea de los ‘ecuadólares’ no es nueva. Esta ha sido planteada en diferentes momentos políticos, como una posible alternativa dentro del esquema ecuatoriano de dolarización. Sin embargo, más que una solución, ha sido también un motivo de debate intenso entre economistas, políticos y ciudadanos.

La propuesta, promovida principalmente por la Revolución Ciudadana, busca la creación de un sistema de dinero digital administrado por el Banco Central. La idea es que este dinero funcione como un mecanismo de pago interno, mientras que los dólares físicos se reserven para transacciones internacionales.

De hecho, la primera vez que se implementó un sistema similar fue en 2014, durante el Gobierno de Rafael Correa, con el programa de dinero electrónico administrado por el Central. Este mecanismo, según el entonces presidente, tenía el objetivo de facilitar el acceso a servicios financieros para sectores no bancarizados y reducir la dependencia del efectivo. Pero el sistema fue descontinuado en 2018 por la administración de Lenín Moreno, en gran parte porque no logró la confianza de la ciudadanía y generó preocupación sobre una posible manipulación estatal de los fondos.

En 2023, Andrés Arauz, exministro de Correa y excandidato presidencial, revivió la propuesta con el término ‘ecuadólares’, asegurando que sería una forma de fortalecer la dolarización y modernizar el sistema financiero del país. Su planteamiento sugirió que el Central maneje una moneda digital convertible en dólares físicos, pero sólo dentro del territorio ecuatoriano. De esta forma, el gobierno podría hacer pagos a empleados públicos y proveedores en esta moneda digital, lo que permitiría conservar las reservas en efectivo.

Sin embargo, el concepto mismo ha generado preocupación entre analistas económicos. La principal interrogante es si esta moneda digital estaría respaldada en su totalidad por dólares físicos o si, por el contrario, el Estado podría emitir más ‘ecuadólares’ de los que realmente tiene en reservas, generando un sistema de dinero inorgánico.

El riesgo de la manipulación estatal

El economista Jorge Calderón es enfático: “El dinero electrónico en sí no es malo, lo peligroso es quién lo maneja y cómo”. Para Calderón, el mayor problema de los ‘ecuadólares’ sería que, en un país con instituciones débiles y politizadas, la emisión de dinero digital sin respaldo real podría convertirse en una forma encubierta de financiar el gasto público.

La historia ecuatoriana tiene antecedentes preocupantes. Durante el Gobierno de Rafael Correa, el Banco Central perdió su autonomía y las reservas internacionales fueron utilizadas para financiar proyectos estatales, generando un debilitamiento de la estabilidad financiera. “Si se llegara a implementar este dinero digital y el gobierno decide pagar sueldos o proveedores con ‘ecuadólares’ sin suficiente respaldo en dólares físicos, se podría generar una crisis de confianza en el sistema financiero”, advierte Calderón.

El problema de fondo es la credibilidad, dice Calderón. Así, si la población comienza a percibir que los ‘ecuadólares’ no tienen el mismo valor que el dólar físico, se podría generar una fuga masiva de capitales y una crisis de liquidez. La gran pregunta es: ¿qué pasaría cuando un ciudadano o una empresa quiera cambiar sus ‘ecuadólares’ por dólares físicos? ¿Estarán disponibles en el Banco Central?

Para Javier Burbano, también economista, el problema es que este dinero digital puede no tener un respaldo económico real, lo que puede colapsar la economía y afectar directamente a la dolarización. Además, complementa que esto junto con el uso de las reservas internacionales, “donde también está el dinero de los depósitos del sistema bancario y, por ende, toda la base que respalda a la moneda”, puede acelerar aún más la crisis. 

“Puede ser una puerta a una catástrofe económica, en la que el Gobierno mismo sea el que debilite la dolarización a través de la emisión de dinero digital que no está sustentado en dólares reales o en oro”, dice. “Esto es extremadamente peligroso”. 

Lecciones de otros países

Para Burbano, el caso de Bolivia es un espejo de lo que podría ocurrir en Ecuador. Durante años, “Bolivia mantuvo un tipo de cambio fijo y un sistema financiero estable, pero en 2023 su gobierno comenzó a utilizar las reservas internacionales para sostener el gasto público y financiar déficits”. El resultado fue “una crisis cambiaria en la que los ciudadanos dejaron de confiar en el peso boliviano y el mercado negro del dólar se disparó”. 

Asimismo, el experto destaca que las monedas digitales emitidas por bancos centrales han sido una apuesta de varios países en busca de modernizar sus economías, reducir el uso del efectivo y mejorar la inclusión financiera. Sin embargo, sus resultados han sido diferentes. Mientras algunas naciones han logrado una adopción efectiva y beneficios tangibles; otras han enfrentado desconfianza ciudadana, dificultades tecnológicas y riesgos de intervención gubernamental.

Para entender los posibles efectos de esta medida, es necesario analizar lo que ha ocurrido en otros países que han implementado dinero digital bajo la supervisión de sus bancos centrales.

Burbano explica cómo en el Caribe, Bahamas fue pionera con el Sand Dollar, lanzado en 2020. Su objetivo fue brindar acceso financiero a comunidades aisladas y reducir la necesidad de efectivo. La moneda digital ha sido adoptada en comercios y ha facilitado transacciones seguras. Sin embargo, su integración con el sistema bancario ha sido lenta y muchos ciudadanos siguen prefiriendo el dinero físico, lo que ha limitado su impacto.

Nigeria, en cambio, optó por una solución más ambiciosa con el e-Naira, en 2021. La promesa era mejorar la eficiencia de pagos y combatir la corrupción en la distribución de subsidios. Pero el escepticismo de la población ha sido un obstáculo. La desconfianza en el manejo gubernamental del dinero digital ha hecho que muchos eviten su uso, prefiriendo criptomonedas descentralizadas o el efectivo.

El caso más avanzado es el de China, con su yuan digital. Este sistema, en fase de expansión desde 2020, “ha sido adoptado en diversas ciudades y se ha utilizado en los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022. Su éxito radica en la infraestructura tecnológica del país y en la fuerte presencia del gobierno en la economía. Pero, las preocupaciones sobre privacidad han generado crítica”. Y es que el Estado chino tiene control total sobre las transacciones, eliminando cualquier anonimato financiero.

Cada uno de estos casos presenta lecciones clave. Las monedas digitales pueden ser herramientas interesantes, dice Burbano, si se implementan con un respaldo adecuado y con confianza pública. Sin embargo,cuando la desconfianza en el Estado es alta, como en Nigeria, o cuando la supervisión gubernamental es excesiva, como en China, pueden surgir problemas graves que en el país afecte directamente a la dolarización”.

Para Ecuador, la gran pregunta es si los ‘ecuadólares’ serían un sistema transparente y seguro o una vía para financiar el gasto público sin respaldo real. Y es que el punto clave estaría en el respaldo de la moneda digital, que debería estar bajo la existencia de moneda real en reservas internacionales. 

Ecuador ha logrado mantener su estabilidad económica gracias a la dolarización, pero cualquier intento de introducir una moneda digital sin respaldo adecuado podría generar los mismos efectos que en otros países, como la desconfianza, fuga de capitales y crisis financiera.

Para los defensores de la propuesta, como Paola Cabezas y Gissela Garzón, la implementación de una moneda digital no significa el fin de la dolarización, sino una modernización del sistema de pagos. 

Sin embargo, Calderón explica que la diferencia radica en quién maneja el dinero digital. “En países como China o la Unión Europea, las monedas digitales están bajo estrictos controles institucionales y operan en economías con moneda propia. En Ecuador, donde la confianza en las instituciones es frágil y la dolarización es el pilar de estabilidad, la creación de ‘ecuadólares’ podría generar más incertidumbre que beneficios”.

Además, el argumento de reducir el uso de efectivo no convence a todos. “En un país donde la informalidad laboral supera el 50%, la mayor parte de la economía todavía depende del uso de dinero en efectivo”, dice Burbano.

¿Las monedas son ‘ecuadólares’? 

A raíz de este tema, en redes sociales se ha intentado posicionar la idea de que las monedas que circulan en el país, elaboradas por el Banco Central son los verdaderos ‘ecuadólares’. Esto, como defensa ante los ataques que han surgido tras la nueva difusión de la propuesta. Sin embargo, ¿esto es real? 

Tras la adopción de la dolarización en el año 2000, Ecuador dejó de emitir su propia moneda nacional, el sucre, y adoptó el dólar estadounidense como moneda de curso legal. Sin embargo, para facilitar las transacciones diarias y evitar los costos asociados a la importación de monedas fraccionarias desde Estados Unidos, “que son bastante caros”, según explica Burbano, el Banco Central comenzó a crear monedas fraccionarias de centavos de dólar. 

Estas monedas, que incluyen denominaciones de 1, 5, 10, 25 y 50 centavos, son equivalentes en tamaño y valor a sus contrapartes estadounidenses. “Pero hay un detalle: están respaldadas en su totalidad por reservas en dólares físicos. Entonces, por cada dólar en moneda hay un dólar disponible en las reservas internacionales”, destaca el experto. 

La emisión de estas monedas se realiza bajo estrictos controles para mantener la estabilidad del sistema dolarizado y garantizar que cada centavo en circulación tenga su correspondiente respaldo en dólares estadounidenses. “Esto asegura que las monedas fraccionarias ecuatorianas mantengan su paridad con la moneda estadounidense y sean aceptadas en todas las transacciones dentro del país”. 

Andrés Pavón, analista económico, asegura que la “principal diferencia entre las monedas fraccionarias emitidas por el Banco Central y la propuesta de los ‘ecuadólares’ radica en el respaldo y la naturaleza de cada una. Mientras que las monedas fraccionarias están respaldadas en su totalidad por dólares físicos y su emisión es limitada y controlada, los ‘ecuadólares’ serían una moneda digital cuya emisión podría no estar completamente respaldada por reservas en dólares”. 

Además, “las monedas fraccionarias son simplemente una representación física de los centavos de dólar y no alteran la masa monetaria ni la política económica del país. En cambio, la introducción de los ‘ecuadólares’ implicaría la creación de una nueva forma de dinero digital que podría ser utilizada para financiar el gasto público sin un respaldo adecuado, lo que podría poner en riesgo la estabilidad del sistema dolarizado y generar inflación”. 

La respuesta del Gobierno 

Ante el resurgimiento del debate, el Gobierno de Daniel Noboa tomó una postura clara: evitar cualquier riesgo para la dolarización. El 18 de marzo de 2025, el Presidente firmó el decreto ejecutivo 565, en el que se ratifica al dólar estadounidense como la única moneda de curso legal en el país. Además, ordenó a la bancada oficialista trabajar en reformas constitucionales que blinden el sistema monetario ecuatoriano contra cualquier intento de introducir una moneda paralela.

Con esta decisión, el gobierno busca disipar las dudas y enviar un mensaje de estabilidad a los mercados y a la ciudadanía. Sin embargo, el tema de los ‘ecuadólares’ sigue siendo una carta que algunos sectores políticos están dispuestos a jugar en el futuro.

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