Si bien el virus SARS-CoV-2 no “está” en el aire, sí puede permanecer en partículas microscópicas de saliva suspendidas en algunos ambientes
Por Susan Irais y Luis R. Castrillón
La pregunta, literalmente, sigue en el aire: ¿las microgotas de saliva que los seres humanos expelemos simplemente al hablar o exhalar y que se propagan como si fueran un aerosol podrían ser una vía de contagio más allá del contacto directo entre personas o a través de objetos contaminados con el SARS-CoV-2?
Sigue en el aire porque es justo en ese medio en el que esas gotas minúsculas -que miden milésimas de milímetros- pueden permanecer flotando y portando el virus que causa la COVID-19, de acuerdo con lo que la evidencia científica sugiere hasta el momento.
Y mientras la comunidad científica aporta más datos y la Organización Mundial de la Salud (OMS) acepta revisarlos, la pregunta ha llevado a interpretaciones imprecisas expuestas por algunos medios periodísticos, desde mayo de este 2020 a la fecha, sobre si el virus “está” o “no está” en el aire que respiramos y si es necesario el uso de cubrebocas. (1)
El problema con esas interpretaciones es que la respuesta no es si el nuevo coronavirus “está” o no en el aire, sino cómo puede permanecer suspendido en determinados ambientes, por cuánto tiempo y en qué condiciones representa más riesgo, principalmente ahora que los países comienzan a retomar sus actividades económicas y sociales.
Esto exige una explicación
Primero hay que aclarar que la OMS nunca ha dicho que fuese innecesario usar cubrebocas, o llegó a recomendar dejar de usarlos. Lo que ha señalado en sus informes técnicos es que “no hay suficientes pruebas a favor o en contra del uso de mascarillas (médicas o de otro tipo) por personas sanas de la comunidad en general”. (2)
Y de la misma forma, también había señalado que la evidencia sobre la permanencia del SARS-CoV-2 en partículas de saliva en forma de aerosoles era insuficiente. Para la organización, la forma de transmisión con mayor evidencia es que ocurre por gotículas que salen despedidas de la nariz o la boca de una persona infectada al toser, estornudar o hablar que contienen y transportan al virus, pero caen pronto por efecto de la gravedad.
Sin embargo, el día 7 pasado en conferencia de prensa las responsables técnicas de Prevención de Infecciones y del Programa de Emergencias Sanitarias de la OMS, Benedetta Allegranzi y Maria Van Kerkhove, respectivamente, reconocieron que existen nuevas evidencias de que la COVID-19 tenga “una posible ruta de transmisión aérea”. (3)
Eso, luego de la insistencia de la comunidad científica de que existen pruebas del riesgo de infección a través de esas micropartículas de saliva, conocidas como aerosoles, que se acumulan y son captados por corrientes de aire que las transportan a distancias incluso mayores a seis metros y permanecen prácticamente flotando, especialmente en lugares cerrados y sin ventilación abierta. (4)
La presión definitiva hacia la OMS llegó el día 6 de julio de este 2020 a través de un artículo académico titulado “Es hora de abordar la transmisión aérea de COVID-19”, que cuenta con el respaldo de 239 científicas y científicos, y fue enviado a esa institución internacional. (5)
En el documento, que todavía debe ser revisado por más especialistas para validarlo, se expresa la “preocupación por la falta de reconocimiento del riesgo de transmisión por la vía aérea y la falta de recomendaciones en el control de medidas” en contra de esa posible forma de contagio.
Además, se exponen algunas recomendaciones:
- Proveer efectiva y suficiente ventilación en espacios cerrados como edificios públicos, lugares de trabajo, escuelas, hospitales o casas de asistencia para personas adultas mayores
- Aplicar medidas de control como filtros de aire y uso de germicidas a base de luces ultravioleta
- Evitar lugares con muchas personas o hacinamiento, particularmente en los edificios y transporte públicos
La dinámica de los aerosoles de saliva y el Principio de Precaución
En respuesta directa a ese último artículo publicado sobre el riesgo de las microgotas de saliva, la OMS ha señalado que revisará la evidencia existente y que este mismo mes de julio de 2020 podría tener un posicionamiento al respecto.
Mientras tanto, la institución mantiene las mismas recomendaciones preventivas sobre la enfermedad y en el caso de la posible transmisión por vía aérea ha recomendado el uso de los cubrebocas bajo lo que se conoce como Principio de Prevención, el cual plantea que, frente a la falta de certezas, lo mejor es decidir por estrategias que minimicen los riesgos potenciales.
Dichos riesgos potenciales han sido expuestos en diversos estudios, los cuales hemos abordado anteriormente en COVIDconCIENCIA, sobre la dinámica de las emisiones de saliva, la dimensión de las gotas, la distancia que pueden recorrer o el tiempo que pueden permanecer suspendidas o flotando en el aire antes de que el virus quede inactivo. (6)
También existen otras investigaciones, como la publicada en abril de este 2020 por un equipo de ingenieros civiles, mecánicos y aeronáuticos que estudiaron como podrían estos aerosoles respiratorios ser transportados en una estela de aire de hasta cuatro metros en espacio abierto entre personas que caminaban o corrían al aire libre, o andaban en bicicleta. (7)
De acuerdo con las especialistas en virología, Sara Sosa Delgado y Selene Zárate, aunque el estudio fue ampliamente difundido en redes sociales, al no haber sido evaluado por pares, sus resultados deben considerarse preliminares.
Además, se trata de simulaciones de la producción de gotas de saliva, es decir, no se analizaron específicamente las partículas del SARS-CoV-2 ni cómo se transportan en gotitas respiratorias en condiciones de la vida real. Tampoco prueba ni sugiere que los riesgos de infección aumentan si alguna persona va detrás de un corredor.
¿Qué falta saber con certeza?
La evidencia existente permite saber que el virus es expulsado en gotículas que se mantienen poco tiempo flotando, y lo que falta por determinar (y por eso se requieren más estudios) es si algunas de esas gotículas pueden permanecer en el aire por varias horas y trasladarse a distancias más grandes por corrientes de aire.
En todo caso, si aún no es posible saber si ocurre lo segundo, una pregunta que también está en el aire es ¿son necesarios los cubrebocas o no?
“Cuando se le pide a la gente que use un cubrebocas no necesariamente es porque el virus viaje por el aire como si fuera humo en un incendio. Sino porque hay estudios donde se ha demostrado que el uso de la mascarilla reduce los posibles contagios. Reduce, más no evita al 100%», dice la maestra en Ciencias Sara Sosa.
Hasta ahora, existe el consenso de que el uso del cubrebocas está claramente recomendado para personal de salud o personas que están en contacto con personas infectadas y también para personas con síntomas.
Pero queda la pregunta pendiente: ¿las personas sanas deben usarlo?
La OMS, en su reporte técnico del 5 de junio, dice que “al día de hoy, no hay pruebas directas (provenientes de estudios sobre la COVID-19 y en personas sanas de la comunidad) acerca de la eficacia del uso generalizado de mascarilla por personas sanas de la comunidad para prevenir la infección por virus respiratorios, en particular el causante de la COVID-19”. (8)
Pero esa afirmación nos deja un problema clave: ¿cómo sabemos que las personas sanas de verdad están sanas? En realidad, dado que puede haber un número significativo de personas con el virus pero asintomáticas, existe la posibilidad de que puedan contagiar a otros sin saberlo.
Link/Fuentes:
https://www.milenio.com/ciencia-y-salud/covid-19-propaga-aire-requiere-cubrebocas-science
4.- https://science.sciencemag.org/content/368/6498/1422
https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S016041202031254X
5.- https://academic.oup.com/cid/article/doi/10.1093/cid/ciaa939/5867798
6.- https://verificado.com.mx/las-microgotas-el-centro-del-debate-sobre-el-uso-de-cubrebocas/