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viernes, diciembre 5, 2025
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¿Cuál es el estado actual de Guagua Pichincha?

El Instituto Geofísico ha detectado cambios leves en la actividad del volcán. Sin embargo, esto no significa que el gigante haya entrado en etapa eruptiva. Conoce más sobre los registros y sobre la naturaleza de este volcán, para mantener la calma y no caer en desinformación. 

POR: Esteban Cárdenas Verdesoto

En la memoria de muchos quiteños todavía vive el hongo. Aquella nube inmensa, densa, casi atómica, que se elevó desde el Guagua Pichincha el 7 de octubre de 1999 y cubrió la ciudad con una mezcla de asombro y miedo. Fue la última erupción del volcán activo que vigila Quito desde las espaldas, al oeste; esa montaña que, con el paso de los años parecía haberse quedado dormida tras el estruendo. 

Hoy, más de dos décadas después, el Guagua, sin embargo, continúa emitiendo señales de vida. No con rugidos ni explosiones, sino con un aliento constante y que no se ha apagado. Una columna de gases, desapercibida a los ojos, pero que ha pasado de los habituales 50 metros a superar los 250 de elevación. 

Hoy, desde el borde del cráter, las emisiones se escuchan como un susurro profundo, una exhalación desde el fondo de la tierra. Y, si bien los científicos aseguran que la actividad no es anormal ni ha levantado sospechas o alertas, hoy el Guagua Pichincha recuerda una vez que sigue ahí, palpitando detrás de los gigantes que resguardan a la ciudad. 

Una misión técnica del Instituto Geofísico descendió al fondo del cráter hace apenas unas semanas. Tomaron muestras de gases, midieron temperaturas y registraron nuevas anomalías térmicas. A simple vista, el volcán luce quieto, pero por dentro se mueve. Y, aunque su pulso no es nuevo, los cambios en el gigante adormecido han mantenido y reforzado su vigilancia constante. 

Pero, ¿Qué significan estos cambios realmente? Aquí te lo contamos. 

Conoce al Guagua Pichincha

Para entender lo que ocurre hoy en el volcán, primero hay que conocer su historia. El Guagua Pichincha es un volcán activo, complejo y con una larga vida. Aunque su aspecto actual, el cráter que se observa desde el borde occidental de Quito, parece una sola estructura, en realidad es apenas una parte de un sistema volcánico mucho más antiguo. 

“Es un sistema que tiene más de 1,1 millones de años”, explica Benjamín Bernard, vulcanólogo del Instituto Geofísico. “Lo que vemos hoy, lo que conocemos como el Guagua Pichincha, tiene sólo unos 60 mil años. Y dentro de él se han formado tres edificios: el Guagua Pichincha como tal, el Toaza y el Cristal”. 

El Cristal es el domo activo, ese que se puede ver en el fondo del cráter si uno se asoma desde arriba. Desde ahí se concentran hoy las emisiones de gas, los cambios de temperatura y los procesos más recientes. Pero lo que ocurre bajo la superficie es todavía más complejo. 

“El magma del Cristal es bastante viscoso”, dice Bernard. “Tiene una composición que se llama dacita, es decir, tiene bastante sílice y también muchos gases disueltos en la profundidad. Eso hace que cuando hay una erupción sea muy explosiva”. 

Así fue la erupción de 1999. Y aunque los científicos aseguran que no pueden predecirse estos procesos; “es un término que no usamos porque no tenemos siempre todos los elementos necesarios”, aclara Bernard, en esa ocasión sí hubo señales previas. Desde 1980, el Guagua había empezado a registrar sismos, explosiones freáticas y otros cambios que se intensificaron en 1998, hasta desembocar en la erupción del año siguiente. 

Hoy, en cambio, las señales son mucho más suaves. “No hemos tenido explosiones freáticas ni sismos sentidos en Quito”, dice el experto. “Son señales muy tenues. Es decir, no significa que vaya a pasar lo mismo que en los años 80 o 90. Además, ninguna erupción es igual a otra”. 

Estudiar el pasado del volcán, sin embargo, es una de las herramientas más importantes que tienen los científicos para imaginar escenarios posibles. “Ha habido erupciones más grandes que la del 99”, advierte el experto. “Como la del año 1660 o incluso una mucho más antigua, del siglo X. Por eso hacemos mapas de peligros para saber qué zonas podrían verse afectadas ante diferentes tipos de eventos”. 

El pasado y los riesgos del volcán

La historia del Guagua Pichincha no se limita a la erupción del 99. En su registro geológico están anotados otros episodios más violentos y antiguos que, aunque no siempre son visibles, han quedado marcados en el páramo, en las quebradas y en la memoria técnica de quienes lo estudian. 

“La erupción del 99, entre 1999 y el 2001, fue moderada”, explica Bernard. “En realidad ha habido erupciones mucho más grandes, como la que ya hablábamos del 1660 o la del siglo X. Estas sí dejaron depósitos importantes que todavía podemos encontrar”. 

A diferencia de los eventos más recientes, cuya huella tiende a pasar desapercibida, la ceniza se integra al suelo o es arrastrada por las lluvias, las erupciones mayores sí han dejado rastros que hoy permiten a los científicos estimar que “parece que hay ciclos de erupciones grandes cada 500 o 1.000 años”, como asegura el experto. “Aunque no tenemos esa recurrencia bien delimitada”. 

Precisamente por esa historia, el Instituto Geofísico ha elaborado un mapa de amenaza volcánica del Guagua Pichincha, en el que se trazan posibles escenarios: desde una erupción similar a la del 99, hasta eventos de gran magnitud como los del pasado precolombino. Según este análisis, los peligros a considerar son múltiples: caída de ceniza, flujos piroclásticos, lahares, colapsos de domos y explosiones. 

El mapa realizado por la entidad muestra que una erupción mayor podría afectar de forma directa a sectores del occidente de Quito, como Lloa, o hasta el noroccidente, donde se encuentra el Chocó Andino, y también a zonas más extensas a través de la dispersión de ceniza, dependiendo del viento. En escenarios extremos, los flujos podrían alcanzar áreas más densamente pobladas si se activan quebradas o ríos que drenan desde el volcán. 

“En un volcán no hay un sólo tipo de peligro”, reafirma Bernard. “Hay caída de bloques, domos de lava, flujos, todos con diferentes alcances. Por eso es importante anticipar los escenarios”. 

Aunque los escenarios más graves contemplan impactos significativos en los alrededores del volcán, no todo es preocupación. La ciudad de Quito, en cierto modo, cuenta con una barrera natural que ha jugado un papel importante en el pasado: el Ruco Pichincha. 

Esta montaña, que se eleva justo al este del Guagua Pichincha, funciona como un escudo topográfico para la capital. “El Ruco es parte del mismo sistema volcánico y, por su ubicación, actúa como una especie de muralla que protege directamente al centro poblado de Quito”, dice Bernard. 

Así, tras los análisis de los expertos, Bernard asegura que el volcán no ha entrado en estado eruptivo, aunque recuerda a la ciudadanía que el Guagua Pichincha se encuentra todavía en estado activo. Sin embargo, el Instituto Geofísico continúa analizando la evolución de las emisiones y de la naturaleza del volcán, por lo que cualquier cambio será informado a través de sus cuentas oficiales y su página web. Y aunque la alerta sigue en color blanco, es decir: sin peligro, el volcán continúa respirando. 

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