De los 362.843 casos confirmados con COVID-19 en Ecuador hasta este 21 de abril de 2021, 16.818 son niños y adolescentes de 0 a 14 años, es decir el 4,6%, según cifras oficiales del Ministerio de Salud Pública.
“Estadísticamente las infecciones se han visto mucho menos en los niños, no es que no se enfermen, sino que en su mayoría, son asintomáticos igual que las mujeres embarazadas”, explica, Saskia Vallejo, tutora de la especialidad de neonatología de la Universidad San Francisco de Quito.
Para la Organización Mundial de la Salud (OMS) no es obligatorio el uso de la mascarilla para niños menores de 5 años. “Ellos no usan mascarilla porque su capacidad para ventilar, sobre todo al ser los neonatos, los respiradores nasales se ven en problemas”, dice Vallejo.
Pero con el aumento de casos de COVID-19 en el país y sin una vacuna para este grupo etario, el especialista en pediatría, Hernán Vinelli, recalca la importancia de la protección. “Tienen la ventaja de la lactancia materna, entre otras capas protectoras y su memoria inmunológica indemne, pero no es que no se contagia”, indica.
La OMS indica que se deben considerar varios factores para que los niños entre 6 y 11 años usen mascarilla. Entre ellos se encuentran:
- si hay transmisión generalizada en el área donde reside el niño
- la capacidad del niño para utilizar la mascarilla de forma segura y adecuada
- las posibles repercusiones de llevar puesta una mascarilla sobre el aprendizaje y el desarrollo psicosocial, en consulta con el personal docente, los padres y personal de salud
- los entornos e interacciones específicos del niño con otras personas que corren un alto riesgo de sufrir una manifestación de COVID-19
Para niños a partir de los 12 años, la OMS recomienda que la utilicen todo el tiempo, al igual que los adultos. En particular cuando no se pueda garantizar una distancia mínima de un metro de los demás y haya una transmisión generalizada en la zona.
Casos graves de COVID-19 en niños
La COVID-19 puede agravarse en algunos casos y presentar cuadros críticos. Uno de los problemas que enfrentan los niños es la intolerancia a los medicamentos. El hijo de 14 años de Ana (nombre protegido) sufrió de gastritis después del tratamiento, la falta de apetito y el constante cansancio también fueron parte del virus.
Los niños infectados con COVID-19 pueden tener estragos físicos después de obtener una prueba negativa. “A pesar de haber superado el virus, hoy en día sigue con esos dolores lo que lo obligan a seguir tomando analgésicos”, cuenta Ana.
Psicológicamente, los niños enfrentan la enfermedad de una manera diferente. Ana y su esposo contrajeron COVID-19 antes de que su hijo lo hiciera. La madre explica que para sus hijos el estar solos fue una experiencia difícil porque los niños requieren mayor atención. Ella asegura que, después de que todos superaron la enfermedad, sus hijos le comentaban que “ lloraban por la noche, pensando en que no querían quedarse huérfanos”.
La OMS, en un informe del 15 de mayo del 2020, advierte del síndrome inflamatorio multisistémico en niños y adolescentes como consecuencia de la COVID-19. Este trastorno representa una complicación de la enfermedad donde varios órganos se inflaman.
“(El virus) ingresa a través de los pulmones, del tracto respiratorio, pero va a otras partes como los factores de coagulación”, explica Vinelli. De esta manera, los estragos que deja esta enfermedad pueden ser más graves de lo que se cree.
Con respecto a los neonatos, de 0 a 28 días, no se han registrado muchos casos de la COVID-19 en Ecuador. Sin embargo, los padres deben aplicar las medidas de distanciamiento y lavado de manos. Según Vallejo, no está comprobado que la leche materna transmita el virus, por lo que las mujeres infectadas pueden dar de lactar a sus hijos. “Los beneficios de la leche materna superan mucho los riesgos de la enfermedad”, menciona.
Vacunas para niños
En Quito, la mayoría de casos confirmados de COVID-19 en niños se tratan en el Hospital IESS Quito Sur. Este hospital reporta un aumento de hasta el 30% de casos en comparación con el año pasado.
Desde enero hasta marzo del 2021, el 16% de pruebas positivas corresponden a niños menores de 14 años en el laboratorio de diagnóstico molecular de la Universidad de las Américas (UDLA), explica Rodrigo Enriquez, epidemiólogo de la institución académica.
Aún no existe una vacuna que sea dirigida especialmente para los menores de 16 años. Sin embargo, los especialistas indican que la inmunización es importante para cada ciudadano sin importar la edad. “Un grupo que se queda sin vacuna va a conseguir en su organismo mutaciones”, explica Vinelli. “Pasan a ser incubadoras o reservorios de este virus y todas las enfermedades”, añade.
Esto se ha visto con anterioridad en la propagación de otras enfermedades como la gripe en las escuelas. “Los niños son los que usualmente vienen a contagiar a la casa, me pasaba eso cuando estaban en la escuela”, explica Merilyn Moreira, madre de familia.
Actualmente, las vacunas existentes contra la COVID-19 tienen restricciones para los menores de edad porque los organismos funcionan de una manera diferente. “(Los laboratorios) no tienen experiencia en menores de 16 años porque estos no pueden dar un consentimiento”, menciona Vinelli. No se conoce un progreso importante en la creación de una vacuna para este grupo por la cantidad de ensayos clínicos y códigos de protección infantil.
Mientras la población espera la inmunización contra este virus, los expertos recalcan el seguimiento de las medidas de protección. Un estornudo puede alcanzar una distancia de tres metros, por lo que Vinelli recomienda el uso de “doble mascarilla o, por el tamaño del virus, una NK95 o NK97, lavado de manos, medidas de prevención y aislamiento”.
Este reportaje fue realizado por Daniela Saltos y Carol Vallejo, estudiantes de periodismo de la Universidad San Francisco de Quito.