No seas alguien que discrimina. Hay que cambiar los esquemas estructurales como estereotipos y sesgos sobre los migrantes. Además, es importante empatizar y estar abiertos a conocer otras realidades.
POR: Esteban Cárdenas
Su acento lo distingue del entorno. Las frases acalladas de su alrededor se opacan con una fuerte presencia y voz elevada. “Pana, aquí la cosa es complicada. La gente ve que uno es venezolano y lo tratan diferente en todos lados”, cuenta José Paredes, de 28 años.
Él trabaja como asistente en un local tipo micromercado en Ponceano, al norte de Quito. Narra que en más de una ocasión ha recibido tratos diferentes de sus clientes en los locales al escuchar su acento, “sabiendo que soy venezolano”.
“Es común, por ejemplo, que cuando hablo haya personas que se asusten y se cambien de calle o que simplemente pasen de tener un trato amable a ponerse a la defensiva”, dice. “Una vez estaba en el bus y me bajaron porque pensaron que iba a vender o robar. También ha habido clientes en mi trabajo que han buscado a otras personas que les atiendan porque escuchan mi acento”.
Estas situaciones se han convertido en parte del día a día de las personas migrantes en el país. Pero no es algo exclusivo de la nacionalidad venezolana. “Tengo amigos colombianos a los que les ha pasado exactamente lo mismo. Porque parece que a veces ser extranjero en este y otros países es un delito o un problema, porque al parecer haber nacido en otro país nos hace menos. O al menos eso nos hacen creer con este tipo de cosas”, señala.
Y sus historias siguen: “Alguna vez también una persona comenzó a ponerse alcohol después de recibir el dinero que le di de vuelto, pero todo esto después de hacer comentarios negativos sobre la migración y sobre los venezolanos que hemos llegado al país. Y si le sigo contando las cosas, me puedo ir todo el día. A veces, la discriminación no viene en insultos o ataques directos, que también me ha pasado, sino que vienen de cositas pequeñas que te hacen sentir menos que otras personas. Eso duele, porque uno no viene a este país para hacer daño o para que haya problemas, uno viene para salir adelante y poder lograr algo mejor. Esto también es xenofobia”, concluye con los ojos cristalizados y brillosos.
Una realidad
Según un estudio realizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Migración (ACNUR), el ámbito laboral es uno de los principales sectores en los que se reflejan los efectos de la xenofobia en Ecuador. El documento detalla que estos se enfocan sobre todo en el menosprecio de las competencias laborales y las capacidades de los migrantes, “por su condición de migrantes”.
El texto también detalla que parte de las responsabilidades de estas consecuencias se encuentran en los medios de comunicación y otros espacios de opinión que terminan hegemonizando los discursos estigmatizantes contra los migrantes.
Para Daniel Játiva, sociólogo y académico especializado en estudios de migración, asegura que la discriminación se construye a través de discursos que son generados y difundidos entre las generaciones. “Los padres trasladan estas ideas a los hijos sobre los migrantes y estos son reforzados por sus amigos, compañeros, profesores y todos sus círculos. Esto. además se ve reforzado por los discursos que se reproducen en redes sociales y en medios de comunicación”, dice.
“En el imaginario colectivo se perenniza la idea de que los migrantes son menos que los locales. Y las redes sociales mantienen estas narrativas, porque los algoritmos permiten que las personas se engloben en estas ideas y que sus contenidos las reafirmen al punto que se creen un sesgo que es difícil de romper”, afirma. “Esto se traduce en una xenofobia estructural, que hace que las personas actúen bajo esos sesgos en todos sus ambientes. El día a día se vuelve xenófobo en la mayor parte de la población por esto”.
Para Daniel Regalado de la Asociación Civil Venezuela en Ecuador, este tipo de sesgos se mantienen presentes también en el “simple hecho de dejar de atender a una persona. A lo mejor vas a una tienda y vas a buscar un producto y te reconocen que eres venezolano o eres de una nacionalidad extranjera y creen que su vida corre peligro; no lo hablan, no lo miran, simplemente lo ignoran y sienten que su vida corre peligro”.
Esto se ve en muchos casos en los que no hay agresiones o agresividad directamente, no hay interacción, sino simplemente mirarlo y voltearse. Lo dejan hablando a uno solo”.
Para él, otro de los puntos está enfocado en la parte económica. “Hay casos en los que hay productos que cuestan $10 y por ser extranjero te lo venden en $15. Vas a comprar un quintal de arroz y no sé qué cosas. Y para ellos no tenemos derecho, según sus mismas palabras, porque según ellos nosotros somos extranjeros y no tenemos la posibilidad. Esto es cotidiano”.
¿Cómo combatir la xenofobia?
Regalado afirma que para combatir estas actitudes cotidianas es necesario, por un lado, la inversión educacional para cambiar los esquemas estructurales que mantienen estos estereotipos y sesgos en los que se cree que el migrante es menor por ser migrante.
Por otro lado, el experto detalla que también es importante que las personas mantengan un sentido crítico con los contenidos que se ven en redes sociales y medios de comunicación, que estigmaticen la posición de los migrantes y su realidad.
“Si vemos que dicen que los migrantes cometen delitos, tenemos que preguntarnos si son realmente los migrantes los que lo hacen o solo personas en condiciones diferentes, que no importa si son migrantes o no. La única diferencia son las culturas, no las nacionalidades”, detalla.
Asimismo, explica que es importante como sociedad empatizar y conocer otras realidades que estén fuera de lo que vemos en el día a día. “Conversemos con migrantes, conozcamos su historia, permitamos conocer lo que hay fuera del sesgo que se replica en la sociedad”.
Daniel Regalado recalca que es importante saber que todos somos personas y que no se puede discriminar las condiciones de las personas en temas como generalizaciones innecesarias.
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