El cantón hoy ve una intervención masiva en sus instituciones públicas; sin embargo, los problemas que vive la ciudad van mucho más allá. Conoce los detalles.
POR: Redacción Ecuador Chequea
Tras el operativo realizado hoy en Durán, el ministro del Interior, John Reimberg, aseguró que instituciones públicas de ese cantón servían como plataforma de operaciones para estructuras delictivas que, entre otras cosas, extorsionaban a transportistas, matriculaban vehículos robados, realizaban cambios irregulares de propietario y usaban bienes públicos, como los del Cuerpo de Bomberos, para actividades criminales. «Esto se acaba ya», dijo. «No vamos a permitir que estos grupos sigan operando. El tiempo se acabó», aseguró luego de recordar que se hizo un llamado a los alcaldes a denunciar irregularidades y que Luis Chonillo, principal autoridad de Durán, fue el primero en “levantar la mano”.
Llegaron con uniformes abultados y armas largas. Con cascos y botas. Llegaron en grupo, junto con el ministro del Interior, John Reimberg. Esta mañana, arribó un gran contingente conformado por 365 policías a cinco instituciones públicas de Durán para intervenirlas. Todo fue parte del operativo ‘Apolo’.
El Municipio de Durán, el Centro de Revisión Técnica Vehicular, el Centro de Retención Vehicular, el Complejo Judicial y el Cuerpo de Bomberos de Durán, además de toda la administración de tránsito del cantón, liderada por la Agencia de Tránsito, fueron parte de las redadas de esta gran operación que busca, según informó esta mañana Carolina Jaramillo, vocera del Gobierno, erradicar la penetración del crimen organizado en las instituciones de esa ciudad.
En su intervención de todos los lunes, desde el Palacio de Carondelet, Jaramillo aseguró que esta decisión fue tomada tras detectar la operación de economías criminales desde esas cinco instituciones, particularmente ligadas al manejo del tránsito. «Lo fundamental que lleva a que se realice el operativo es la detección de distintos delitos en la gestión del tránsito en Durán», explicó durante su declaración oficial.
El anuncio oficial, no sólo se quedó en que estas entidades fueron allanadas y sus funcionarios y equipamiento investigados, sino que la competencia de toda la gestión de tránsito dejará de ser llevada por estas entidades hasta nuevo aviso. Y desde hoy, la Policía Nacional asumió de forma total la competencia de tránsito en el cantón, tanto administrativa como operativamente.
Según informaron las autoridades, 215 agentes estarán a cargo del control en las calles, patios de retención, centros de revisión y oficinas que hasta ayer operaban bajo responsabilidad municipal. Así lo confirmó el comandante de la Policía Nacional, Pablo Dávila. «Todos los puntos de control de tránsito que tiene Durán los asume la Policía Nacional desde este momento (…) pero no sólo para sancionar, también vamos a reforzar la seguridad ciudadana», dijo a los medios de comunicación.
La ‘punta del iceberg’
Pero lo que se intervino hoy es apenas la punta del ‘iceberg’, o la fachada del problema. El verdadero poder del crimen organizado en Durán no está sólo en las oficinas municipales vinculadas al tránsito, sino en todo el aparataje público, en los barrios, en las calles y en la estructura territorial y económica que se ha consolidado durante años.
Para Mario Pazmiño, coronel en servicio pasivo y experto en seguridad e inteligencia, lo que ocurre en Durán no es nuevo ni coyuntural. “Hoy por hoy Durán ya no es sólo un centro del crimen, sino un microestado delictivo que tiene penetrado al crimen en todas sus instituciones y ámbitos diarios”. Lo que ocurre allí, dice, es la consecuencia directa del abandono estatal y el reforzamiento de grupos organizados como Los Choneros y Los Tiguerones.
“Las estructuras criminales aquí no sólo han cooptado el territorio. Han cooptado a las autoridades locales, han infiltrado instituciones. Y esto no se construyó de la noche a la mañana. Es un ecosistema delictivo sostenido por la complicidad y la ausencia del Estado”, dice.
Pazmiño advierte que la situación en Durán es más compleja que la de otras ciudades del país. “Aquí no estamos hablando sólo de bandas que se matan por una esquina. Hablamos de grupos de control territorial, económico, logístico y político. De bandas que manejan invasiones de tierras, que trafican armas, droga, gasolina. Que venden seguridad, regulan el agua potable y administran la justicia por su cuenta”, dice. Y remata con una frase que lo resume todo: “En Durán, las bandas se volvieron el gobierno en varios sectores”.
¿Por qué? Para el experto, la importancia estratégica de Durán no es accidental. Su ubicación convierte al cantón en una pieza clave dentro del engranaje criminal del país. “Durán es el eje logístico que conecta al país. Es un nodo vital para el narcotráfico, porque articula rutas terrestres y fluviales. Todo lo que sale por el puerto de Guayaquil pasa antes por Durán”, dice.
Esto, asegura, configura a Durán como un “corredor natural para el crimen”. Las bandas, allí, no sólo usan al cantón como bodega o zona de paso; sino que es todo un centro de operación central del narcotráfico.
Y este mismo dominio y dinámica ha sido documentado a profundidad por la organización internacional Insight Crime, que en su informe más reciente califica a Durán como “una ventana al colapso institucional de Ecuador” y como un ejemplo de lo que llaman también, un microestado delictivo.
El cantón se configura, según la entidad, como un lugar donde las organizaciones criminales no sólo dominan el mercado ilícito, sino también el territorio, la política y la vida cotidiana. “Las bandas han reemplazado al Estado como actores de poder en ciertas zonas”, dice el informe.
En al menos 40 asentamientos irregulares de Durán, los grupos delictivos imponen normas, cobran vacunas, castigan a quienes no obedecen y ofrecen una especie de “protección” a los vecinos del lugar. La investigación de Insight Crime revela esto y que en estos espacios son los mismos grupos los que entregan víveres, organizan fiestas comunitarias y prohíben robos dentro de sus zonas para mantener ciertos niveles de legitimidad. En estos barrios, dice el informe, es más eficaz llamar a una banda que a la Policía. Y a veces hasta más seguro, según habitantes.
La realidad de Durán en cifras
Y es que a toda esta estructura que se ha ido consolidando a lo largo de los años no sólo la sostiene el miedo, sino también la necesidad. Durán ha tenido un crecimiento abrupto en las últimas décadas. En el censo de 1990, la ciudad tenía 85.196 habitantes. Para 2010, la cifra se disparó a unos 235.769 personas y para el último censo de 2022, la cifra fue de 303.910 habitantes; con 295.211 en zonas urbanas y 8.699 en áreas rurales. Es decir, en apenas dos décadas la población de Durán se cuadruplicó, algo que también ha requerido de más infraestructura y aparataje de atención, que no se ha terminado de consolidar.
Así, este crecimiento desbordado no vino acompañado de un desarrollo urbano y social planificado. De hecho, Durán hoy es uno de los cantones con mayor porcentaje de población en situación de pobreza del país. Según datos oficiales, cerca del 65% de sus habitantes vive con necesidades básicas insatisfechas. Es decir, más de 198.000 personas no tienen condiciones mínimas como vivienda adecuada, acceso regular a agua potable, alcantarillado, educación o empleo estable. Sólo el 58% tiene agua potable por red pública y apenas el 36,9% cuenta con alcantarillado sanitario. En muchas zonas, según demuestra el informe, de hecho los habitantes deben comprar aguas en tanqueros informales, muchas veces controlados por bandas criminales que especulan con el precio y restringen el acceso si no se paga vacuna. El informe revela que aunque el costo oficial por tanque es de 80 centavos, el precio puede triplicarse por estas condiciones.
Esta precariedad, dice Pazmiño, es una de las causas también que han convertido a la ciudad en terreno fértil para que las bandas se asienten y prosperen. Lo que ha habido en este cantón, dice Pazmiño, fue abandono. “El problema no es sólo la violencia. El problema es que Durán se convirtió en un cantón sin presencia ejecutiva del Estado, y ese vacío lo llenaron las organizaciones criminales. Primero tomaron el territorio. Después, las instituciones”.
Pero esta precariedad no termina ahí. El informe de Insight Crime revela que gran parte de la población económicamente activa de Durán trabaja en la informalidad. No tiene contratos, ni seguro social. Y esa inestabilidad, sumada a la falta de oportunidades y de calidad de vida, ha empujado a cientos de jóvenes al reclutamiento criminal.
Seguridad en Durán
Todos estos factores han influenciado directamente al aumento de la violencia en Durán, una que se ve en datos palpables. Durante los últimos años el cantón ha figurado entre los más violentos del país. La violencia se ha convertido en una constante brutal. Según registros oficiales, en 2023 Durán tuvo una tasa de 145,43 homicidios por cada 100 mil habitantes, cifra que superó a Colima, México, y la colocó como una de las ciudades más violentas del mundo. Y esta escalada no se ha detenido. En 2024, la tasa se incrementó a 156,62 por cada 100 mil habitantes, superando incluso a Puerto Príncipe, Haití, considerada una de las ciudades más peligrosas del planeta.
El aumento se disparó especialmente cuando, a finales de 2024, el asesinato de uno de los líderes de los Chone Killers y la detención de otro generaran un vacío de poder que desató la fragmentación interna a niveles alarmantes.
En respuesta, durante los primeros cuatro meses de 2025, Durán registró un aumento de homicidios del 71% con respecto al mismo periodo del 2024, con 75 asesinatos sólo en febrero. Y hasta mayo la cifra de homicidios ha ascendido a los 318 casos reportados. Pero no sólo eso, sino que el 95% de estos delitos se han cometido con armas de fuego.
Ese nivel de violencia ha colocado a Durán en un escenario sin precedentes, con más de un homicidio diario y bajo un control total del crimen.
Vista desde dentro
Ecuador Chequea conversó con Hugo Obando, concejal del cantón, quien asegura que no tuvieron conocimiento previo del operativo desplegado esta mañana.
“Por lo menos yo, como concejal, no sabía. Y me parece muy bueno lo que ha pasado. Creo que ya era momento de que se haga una intervención de la Policía con el Ministerio del Interior a estas entidades”, dice el funcionario.
El concejal asegura que la intervención es bien recibida, porque en Durán “no se puede trabajar tranquilo”. De hecho, él mismo ha tenido que pedir protección al Ministerio del Interior porque ha recibido amenazas; ha vivido en carne propia la inseguridad en el cantón, en el que vive desde que tenía cinco años.
Hoy, él “ha tenido que cambiar de ruta, de horarios, de rutinas. Ha sido duro trabajar, cambiar el ritmo de vida, no poder hacer oficina permanente. Es complicado, pero no imposible. Cuando uno obra bien, gracias a Dios nos va bien, pero igual hay que tener todos los resguardos posibles”.
Obando es presidente de la Comisión de Tránsito y Bomberos del Concejo Municipal. Desde allí ha intentado fiscalizar a la Agencia de Tránsito; aunque en el camino se ha topado con un muro. “He solicitado información de niveles de ejecución, a dónde se está yendo el dinero, qué se está ejecutando, qué se hace con los funcionarios que extorsionan en las vías. Pero cada vez que uno pedía, se excusaban. Cuando se convocaba no se presentaban o había cosas que no concordaban”. Explica, sin embargo, que los intentos de fiscalización sólo le trajeron amenazas cuando “preguntaba de más”.
“Cuando pregunté sobre extorsiones en la carretera, qué acciones se estaban tomando con el personal, también recibí amenazas de que mejor no preguntara ese tipo de cosas”, dice. “Uno sólo tiene un equipo de una persona. Como concejales no tenemos un equipo de trabajo grande en Durán y no se puede hacer mucho”.
Asegura, por otro lado, que el crimen no sólo se ha enquistado en las instituciones. Reafirma que también viene del abandono. “Hay un problema grande en Durán, que es el de los servicios básicos, comenzando por el agua potable y el alcantarillado”. Obando denuncia que dos administraciones anteriores no terminaron por ejecutar correctamente cerca de $70 millones destinados para dotar de agua al cantón. “Y hasta ahora no hay solución”.
Hoy, se han invertido en nuevos estudios, se gestionan permisos, se aspira a una planta. Pero mientras tanto, “se sigue viviendo de la misma manera, lastimosamente, hasta la actualidad. Y el dinero se esfuma”.
“Vivo en Durán desde los cinco años. Me da mucha pena ver que cada vez hemos ido empeorando”, dice.
¿Qué hacer?
¿Cómo manejar entonces la crisis de seguridad en la ciudad más allá del control que ya se ha implementado desde hoy para alcanzar los resultados deseados por gente como Obando? Ante esta duda, Mario Pazmiño es contundente:
“Esto no se soluciona sólo con la presencia policial momentánea y en el tránsito”, dice. Para él, el operativo y el traspaso de competencias pueden ser un paso, pero no una solución integral.
“La única manera de solucionar esto es con un plan integral de intervención del Estado”, dice. Según el experto, es necesario que el Ejecutivo aplique un modelo de “recuperación institucional”, que no sólo se limite a reforzar la fuerza pública, sino que articule también servicios locales, educación, salud, infraestructura y presencia real del Estado en los territorios más vulnerables del cantón.
“El Estado tiene que entrar en todos los niveles: político, judicial, económico y social. Tiene que haber presencia del MIES, del Ministerio de Educación, de Salud, de Obras Públicas. Sólo así se puede desmontar el ecosistema criminal que se ha enraizado durante años”, dice el experto.
El informe de Insight Crimen también detalla que Durán no es un caso aislado, sino un síntoma del colapso estructural e institucional del país; por lo que la respuesta para contrarrestar esto debe ser también estructural.
Por esto, Pazmiño asegura que los esfuerzos deben centrarse también en recuperar la confianza de la ciudadanía y la reconstrucción del tejido social. Sin embargo, aclara que, si esto no se concreta, los intentos por recuperar el control en el territorio no serán sostenibles en el tiempo.
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