Las mascarillas han vuelto y ya Quito vive una nueva escasez y un incremento en sus precios por el brote de tosferina. El Ministerio inicia una campaña masiva de vacunación escolar, pero cuidados como aislarse en caso de enfermedad, lavado de manos y distancia social deben ser complementarios.
POR: Esteban Cárdenas Verdesoto
El hombre llegó de la mano de su pequeño. El hijo llevaba uniforme, de esos de color gris entero, con una textura que pareciera punteada con tonos negros muy delicados en toda la tela. Llevaba también una gorra del Hombre Araña, algo desteñida. Pero, tanto él como su padre, la portaban: una mascarilla, ya no tan blanca ni firme por el uso, se aferraba a sus orejas.
“Buen día, por si acaso, ¿tiene mascarillas?”, pregunta el hombre a la persona detrás del estante azul que daba la bienvenida a quienes llegan a esta farmacia en el barrio de Carcelén, en el norte de Quito. Su voz es la de un hombre cansado, pero la respuesta es contundente: “No, se nos terminaron”.
No es la primera vez que le dan esta respuesta en lo que va del día. “Ya he pasado por cuatro farmacias, con esta, desde acá bien arriba, en el Einstein. En ninguna tienen mascarillas. Dicen que ya se les ha acabado el fin de semana mismo, a otras se les acabó ayer. Pero no hay en ningún lugar”, dice, con el mismo tono de voz exhausto. “A los guaguas ya les obligaron a ir con mascarilla al colegio con esto de la tosferina desde ayer. En la casa teníamos unas pocas mascarillas, que son las que ocupamos, pero no hubo más para hoy. Me tocó ponerle la misma de ayer para la escuela y hoy que quiero comprar más, no hay en ningún lugar. Y donde hay, me han dicho que están carísimas. Tocará comprar”.
Afuera, algunos niños y jóvenes caminan por la calle. Varios llevan mascarillas, sean de uso médico o de tela; algunos las llevan puestas, otros como adorno en la quijada. Y es que, desde ayer, estudiantes de instituciones educativas están obligados a usarla en sus clases por el aumento drástico que ha vivido el país de casos de tosferina.
El ambiente marca una realidad ineludible. Ecuador ha vuelto a estar en alerta por casos de enfermedades contagiosas. Y, mientras tanto, las farmacias han empezado a recibir más gente de la habitual, en las calles hasta se han formado filas desde el fin de semana; todo por una mascarilla.
“Con lo que pasó en la pandemia, uno tiene miedo. Toca buscar y buscar mascarillas para tener ya en la casa guardadas, por si acaso. Sí tenemos miedo”, repite Carlos González antes de salir del establecimiento para continuar su búsqueda.
¿Qué debes saber del brote?
Desde el 1 de enero hasta los primeros días de mayo, Ecuador reporta un total de 11 muertes por casos de tosferina en todo el país. Según datos del Ministerio de Salud, la mayor parte se dio en niños menores de cinco años, siendo los recién nacidos los más afectados.
En una entrevista realizada en FM Mundo, el ministro de Salud, Édgar Lalama, confirmó que el país ha reportado un total de 321 casos de tosferina, infección respiratoria causada por la bacteria ‘Bordetella pertussis’, último dato oficial.
Las provincias más afectadas han sido Guayas, Pichincha, Manabí y Santo Domingo, puntos en los que ya se han desplegado brigadas de vacunación para contener la propagación de esta enfermedad, catalogada como altamente contagiosa.
Sin embargo, los datos también han revelado que entre las ciudades con mayor concentración de casos está Guayaquil, donde se reporta el 80% de los contagios de la provincia, que cuenta un total de 114 registros. Por esto, más allá de las instituciones educativas, entidades como la Dirección Provincial del Consejo de la Judicatura de Guayas ya han impuesto el uso obligatorio de mascarillas para usuarios y funcionarios de las 53 unidades que operan en este distrito.
Pero, en medio de todo este caos y con las alertas encendidas, cabe preguntarse, ¿Qué es la tosferina, cómo se contagia y cuáles son sus síntomas?
La tosferina, también conocida como pertussis o tos convulsiva, es una enfermedad infecciosa aguda de las vías respiratorias que, si bien puede afectar a personas de cualquier edad, representa una amenaza grave para los más pequeños, sobre todo para los lactantes que no han completado su esquema de vacunación. La bacteria que lo causa es altamente contagiosa y capaz de propagarse con facilidad en entornos densamente poblados, como aulas escolares, guarderías o incluso hogares multigeneracionales.
Según información de la Organización Mundial de la Salud. El mecanismo de contagio de la tosferina es directo: se transmite de persona a persona a través de las gotas respiratorias que se expulsan al toser, estornudar o incluso hablar a corta distancia. Basta estar cerca de alguien infectado que no use protección, como una mascarilla bien colocada, para inhalar estas partículas contaminadas y adquirir la bacteria.
Una persona infectada puede ser contagiosa desde el inicio de los síntomas hasta aproximadamente tres semanas después, aunque este periodo se reduce con tratamiento antibiótico oportuno. En entornos cerrados como aulas, transporte público o espacios laborales, la tasa de transmisión puede ser especialmente alta.
Los primeros síntomas de la tosferina suelen parecer inofensivos: goteo nasal, fiebre leve, estornudos y una tos seca que se vuelve más intensa con los días. Pero es en la segunda fase cuando la enfermedad revela su gravedad. En esta etapa, la persona presenta episodios de tos incontrolable, repetitiva y violenta, muchas veces seguidos de una inspiración ruidosa, aguda, que suena como un jadeo. Estos ataques de tos pueden durar varios minutos, ocurrir decenas de veces al día y generar vómito, fatiga extrema, pérdida de apetito e incluso dificultad para respirar. En los bebés menores de seis meses, que aún no han recibido todas sus dosis de vacunación, la presentación clínica puede ser aún más severa.
Justamente, ese grupo ha sido el más golpeado por el brote en Ecuador. De las once muertes registradas hasta el momento, seis corresponden a menores de un año, según el Ministerio de Salud. Para los especialistas, este dato no es sólo una estadística: es una alerta. “La tosferina no es una enfermedad del pasado, ni una simple “tos fuerte”; es una infección bacteriana que puede resultar letal si no se previene ni se diagnostica a tiempo”, explica David Buenaño, médico experto en afecciones respiratorias.
Este incremento alarmante de casos llevó al Ministerio de Salud a declarar una alerta epidemiológica nacional en los últimos días. Aunque las autoridades han insistido en que no se trata aún de una epidemia generalizada, reconocen que existen brotes focalizados en varias provincias, lo que ha activado respuestas específicas: brigadas médicas, vacunación acelerada y cercos epidemiológicos.
Según el Ministerio, la causa de este repunte inusual tiene una raíz estructural: la baja cobertura de vacunación registrada durante y después de la pandemia de Covid-19. Muchos niños no recibieron sus refuerzos de pentavalente, y eso los dejó desprotegidos frente a enfermedades prevenibles, como la tosferina.
Cabe recordar que esta enfermedad no es nueva en la historia del país, fue una causa significativa de mortalidad infantil en Ecuador hasta finales del siglo XX. Pero con la introducción de la vacuna DTPa (difteria, tétanos y tosferina) en el esquema de inmunización, los casos se redujeron drásticamente. Sin embargo, desde 2015, el país ha observado un aumento en los casos de tosferina; en ese año se reportaron 14 casas, cifra que ascendió a 57 en 2017. Y hoy, el repunte sigue.
La vida en alerta
Afuera de una escuela en el sector de Carapungo, Leidy Guzmán despide a su pequeña, que está a punto de entrar a una nueva jornada de clases. Tiene ocho años y hoy llegó con la misma maleta rosada de todos los días, los mismos zapatos, incluso la misma gorra; pero también con una mascarilla que buscaba hacer juego con su vestuario.
Antes de ingresar a la institución, una profesora coloca alcohol en las manos de los niños, uno por uno, antes de ir a sus aulas. Ella también lleva mascarilla, de esas KN95, más seguras en la cotidianidad. Para Guzmán, es como volver a la pandemia.
“Parece mucho cuidado, pero he escuchado que la enfermedad afecta a los niños pequeños y a mi hija, estaba viendo, le falta el último refuerzo de la vacuna esa. Sí da miedo, así que mejor que tengan mucho cuidado”, dice la mujer sin llevar una mascarilla en su rostro. “El fin de semana me tocó comprar un paquete pequeño de diez mascarillas que me salieron caras y ya no me alcanzaron para mí, quiero que las use mi hija mientras consigo más”.
Así como ella, padres consultados en Carapungo, Carcelén y en Tumbaco han visto como en los últimos días las mascarillas han ‘volado’ de los estantes. Ya no hay casi en ninguna farmacia, ni en tiendas. “Hoy voy a ir a buscar, porque ayer busqué todo el día y no encontré ni una sola en las farmacias”.
Ecuador Chequea se embarcó en la misma búsqueda. En 10 farmacias consultadas, en los tres sectores antes mencionados, no se encontraron mascarillas de venta. En Tumbaco, por ejemplo, Fernando Proaño, quien atiende uno de estos espacios, contó que el producto se le acabó el sábado, un día después de que el Ministerio de Salud haya anunciado la medida. Desde ese día, son cientos de personas al día, dice, las que se han acercado a su mostrador para preguntar por más. Y su respuesta siempre es la misma: “Toca decirles que no hay, que no se sabe cuándo llegarán porque el proveedor no me ha confirmado nada y tampoco sé cuánto me querrán cobrar por más”.
Lo mismo ocurre en Carcelén, donde una mujer detrás del recibidor, quien prefirió no dar su nombre, explicó que en este caso el producto se acabó el domingo. En este comercio, la incertidumbre sobre cuándo volverán a tener también está presente. “Quizá esta o la próxima semana, no se sabe”.
Mientras tanto, en las calles de Carapungo, el comercio informal se ha convertido en una opción para los padres de familia. Al lado de ropa, frutas, controles remotos y cables celulares, los comerciantes también han optado por vender mascarillas. Así lo explica Rosa Chacón, de 57 años. Ella tiene un pequeño carrito con más de 10 cajas de mascarillas y fundas donde coloca paquetes para la venta.
“Yo siempre he intentado vender de todo, incluso las mascarillas. Yo le compro a unos chinos que venden. Antes me vendía la caja entre 70 centavos y 1,25 dólares. Pero ahora me vendieron el fin de semana a cuatro y cinco dólares. No tocó de otra que comprar”, dice. “Antes vendía 15 o 20 por un dólar. Ahora toca vender a 8 por un dólar, aunque he visto a otras personas que venden las 10 por $2,50. Yo con esto ahora sólo gano 50 centavos por caja, pero al menos se puede seguir vendiendo”.
La calidad de sus mascarillas quizá no es la mejor, pero, sólo durante la estancia en ese pequeño puesto, alrededor de cinco personas llegaron a comprar estos implementos a la mujer. Mientras tanto, ella continuaba: “Está bien preocupante esto y los proveedores siguen subiendo los precios. En la pandemia fue lo mismo, esperemos que no llegue a eso porque estuvo duro . A nosotros nos toca seguir aquí, trabajando”.
A su lado, dos puestos ofrecen las mismas mascarillas con el mismo precio. Incluso hay quienes han optado por vender también protección de tela, como si de un accesorio diario se tratase. “El punto es protegerse”.
Desde ayer, en todo Quito se ha reportado esta escasez de mascarillas; una muestra del sentir que se vive en las calles sobre el avance de la tosferina y del miedo generalizado que causa una nueva epidemia, a pesar de que el Ministerio de Salud ha aclarado que lo que ocurre en Ecuador es una sindemia; en otras palabras, la conjunción de varias enfermedades que ponen en alerta epidemiológica al país.
Mientras tanto, Valentina Játiva, quien llegó con sus dos hijos a estos puestos, explica cómo esta crisis ha hecho contemplar, una vez más, el gasto que se pueda requerir para compra de mascarilla y alcohol para sus pequeños. “Toca hacer malabares, pero la salud es lo primero”, dice.
Asimismo, aunque la disposición del uso obligatorio de mascarilla no ha llegado a todos los niveles, hay universidades que también han optado por acatar la orden. La Universidad San Gregorio, de Portoviejo; la Universidad Técnica de Manabí y la Universidad Católica de Manabí han decidido implementar esta medida de prevención.
Mientras tanto, en Quito, no se han dado mayores instrucciones. En la Universidad Católica, la Universidad Central y la Universidad San Francisco, según consultó Ecuador Chequea, por ejemplo, no se han determinado acciones de prevención de estas enfermedades en concreto.
Sin embargo, en medio del caos, cabe preguntarse si el uso de mascarilla es realmente útil para la contención de la enfermedad. Y, si no, qué otras acciones son necesarias. Aquí te lo contamos.
Mascarilla y otras medidas
Para Daniel Simancas, médico epidemiólogo, “el uso masivo universal de mascarillas no es una estrategia que ha demostrado ser eficiente, basado en evidencia científica”.
“Solamente las personas que tengan la infección deben usar mascarilla. Pero es importante que todos mantengamos una distancia social, lavarnos las manos permanentemente, ventilar habitaciones, evitar el contacto físico, quedarnos en casa cuando estamos enfermos, no asistir a reuniones masivas, no permanecer mucho tiempo en lugares cerrados, utilizar mascarilla en transporte público, hospitales y farmacias, sobre todo en personas con enfermedades crónicas. Que todo el mundo utilice mascarilla, la verdad, no es la mejor de las medidas”, detalla.
Para él, lo realmente importante es que desde el Gobierno se promuevan campañas de inmunización masiva que permita generar un bloqueo al avance de la enfermedad y así evitar posibles efectos graves a futuro.
A pesar del debate sobre la eficacia del uso masivo de mascarillas, expertos en salud pública coinciden en que su implementación en entornos específicos, como escuelas, hospitales y unidades de transporte público, puede desempeñar un papel importante en la contención de enfermedades respiratorias como la tosferina. Así lo señala la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que en sus guías de prevención subraya que las mascarillas quirúrgicas pueden reducir la transmisión de Bordetella pertussis al impedir que las gotículas respiratorias sean expulsadas al ambiente por personas infectadas, incluso si aún no presentan los síntomas más notorios.
Pero más allá del uso de mascarilla, las medidas recomendadas para evitar contagiarse o contagiar a otros son similares a las adoptadas durante la pandemia, pero ajustadas al comportamiento de la tosferina. Por ejemplo, lavarse las manos frecuentemente con agua y jabón sigue siendo una práctica esencial, especialmente después de toser, estornudar o haber estado en lugares concurridos. En caso de no contar con agua, el uso de gel antibacterial con al menos 60% de alcohol es una alternativa válida.
Otra medida clave es la ventilación de espacios cerrados, recomendada tanto por la OPS como por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). Las bacterias como la Bordetella pertussis se propagan más fácilmente en ambientes cerrados y mal ventilados, por lo que mantener puertas y ventanas abiertas en aulas, oficinas y viviendas puede ayudar a dispersar las partículas y reducir el riesgo de transmisión. Esta acción, aunque sencilla, es particularmente útil en el entorno escolar, donde los niños comparten espacios por varias horas al día.
A esto se suma la importancia del aislamiento domiciliario en caso de síntomas. Si una persona, sea niño o adulto, comienza a presentar tos persistente o signos respiratorios leves, lo ideal es no asistir al trabajo, clases o eventos sociales hasta confirmar o descartar un posible contagio. En caso de diagnóstico positivo, el tratamiento con antibióticos no sólo acorta la duración de la enfermedad, sino que reduce drásticamente la posibilidad de contagiar a otros si se inicia dentro de los primeros días, según lo han advertido epidemiólogos del Ministerio.
Pero entre todas las recomendaciones, hay una que sobresale como fundamental: la vacunación. La tosferina es prevenible a través de un esquema de inmunización que comienza en la infancia, con la vacuna pentavalente aplicada en los primeros meses de vida. Sin embargo, Ecuador enfrenta hoy las consecuencias de una cobertura incompleta, producto de los rezagos de la pandemia. Por ello, el Ministerio ha activado brigadas de vacunación móvil en escuelas, barrios y centros comunitarios, para que las familias pongan al día el carné de sus hijos. En torno a esto, hoy el propio Ministerio ha ampliado de forma excepcional el rango de inmunización de la vacuna contra la tosferina hasta los 6 años, 11 meses y 29 días de edad; un año más de lo establecido en el esquema regular. Esto, de la mano con la campaña de vacunación que se ha llevado a cabo.
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