Algunos lo ven como un trámite, otros como una oportunidad económica de vender más, y muchos expresan su escepticismo sobre el impacto real de las elecciones. El tráfico, las ventas ambulantes, las hileras de personas en los recintos están a punto de regresar.
POR: Juan Camilo Escobar
La jornada electoral del domingo no será un día cualquiera. Más de trece millones de ecuatorianos están convocados para elegir al próximo presidente entre 16 candidatos. Además, de entre más de 2.000 candidatos, los votantes deberán elegir a 15 asambleístas nacionales, 130 asambleístas provinciales y 6 asambleístas por el exterior.
A medida que se acerca el día, Quito se llena de conversaciones sobre el proceso. Ecuador Chequea recogió testimonios de ciudadanos en distintas zonas de la capital. Algunos aseguran que no necesitan preparativos; conocen su centro de votación, usualmente cercano a casa, y simplemente seguirán el ritual de siempre: llegar, hacer fila, marcar la papeleta y volver a sus rutinas. Para otros, en cambio, la jornada requiere una planificación más meticulosa, pues deben trasladarse a recintos electorales distantes. Otros, incluso, deben reajustar horarios o solicitar permisos en empresas para votar.
La votación, para muchos, no es más que un trámite; para otros, una oportunidad. Los dueños de restaurantes y tiendas, instalados cerca del colegio Andrés Bello, en el norte de Quito, convertido en “recinto electoral” en cada nueva elección, señalaron que han aprendido a ver en la multitud una posibilidad: aprovechar para aumentar sus ventas.
«Sí, aumenta bastante la venta. Desde tempranito mismo se vende de todo: chicles, gaseosas, bizcochos, panes, de todo. Ya son más de 10 años viendo lo mismo. El colegio está a dos cuadras, pero por aquí es por donde más pasa la gente, entonces hay que aprovechar», comentó Josselyn Tapia, propietaria de una tienda en El Condado.
Comentarios similares expresaron otros dos propietarios de negocios ubicados cerca de la unidad educativa Mena del Hierro, en Cotocollao. En sus palabras, el día de las elecciones es más una oportunidad económica que política: es un día más para trabajar, para vender.
«Siempre nos ha ido bien los domingos de elecciones. Estoy aquí desde hace más de 30 años, desde que los policías venían a alquilar el teléfono para reportar que habían encontrado a alguien en estado de ebriedad, hasta ahora, que más bien vienen a alquilar una computadora para consultar algo en internet», dijo Carmen, dueña de una tienda en la misma zona.
Camila Recalde, de 34 años, propietaria de una papelería en el norte de Quito, planea votar temprano para aprovechar el día. «Siempre hay más movimiento en las votaciones. Ya sea que vengan por una u otra cosa, hay que estar listos para atender al cliente. Si se cumplen los controles prometidos para evitar ventas ambulantes en los alrededores de los recintos, tal vez lleguen más clientes por plastificados de las papeletas de votación», comentó.
El taxista Daniel Loyo reconoció que los comicios le generan más clientes, pero también complicaciones. «Siempre hay más trabajo en los días de votación, pero el problema es el tráfico. Uno se queda atascado cerca de los centros de votación. Sí nos va un poco mejor, pero con esas dificultades. Además, hay que cuidarse de la inseguridad y evitar trabajar muy temprano o demasiado tarde», dijo.
Ángela López, de 71 años, afirmó que, aunque ya no está obligada a votar, en el pasado lo hizo más por evitar la multa y porque le pedían la papeleta para trámites. «No voy a votar porque no quiero ser cómplice de quienes llegan al poder y no hacen nada. No quiero tener ese cargo de conciencia. Todos los políticos que han llegado a la Presidencia han robado y no han hecho nada por el pueblo», señaló.
Para Héctor Cando, de 40 años, propietario de un pequeño bazar, en cambio, la jornada electoral significará pérdidas. «No alcancé a cambiar mi domicilio electoral, así que el día de la votación no podré abrir mi negocio. Es un día perdido. Lastimosamente, no hice a tiempo el cambio de domicilio y me toca viajar fuera de la ciudad», dijo.
El director de la escuela Luis Gabriel Tufiño, Rubén Oña, aseguró que en cuatro elecciones previas las Fuerzas Armadas y las autoridades electorales entregaron las instalaciones «sin mayores novedades». «Esperamos que vuelva a ocurrir lo mismo, que nos entreguen las instalaciones en las mismas condiciones. Por lo demás, confiamos en que la jornada transcurra con tranquilidad», dijo.
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