“La cosa no cambia, no importa a quién demos el voto”, dice Blanca Chicaiza, quien vende helados en las calles de Cumbayá. Este criterio se repite mucho entre los ciudadanos y se muestra como consecuencia campañas lejanas a la realidad o hechas desde una burbuja.
POR: Esteban Cárdenas Verdesoto
Las calles lucen igual, abarrotadas por autos. El sol refleja en las ventanas de casas, edificios y locales; baña el paso de decenas de personas que cruzan la ciudad. En los negocios, las puertas se levantan temprano y se esconden por la tarde, los buses transitan una y otra vez por las paradas; la vida transcurre con normalidad. Visto así, no parece que el país estuviera tan cerca de unas nuevas elecciones.
Y es que la apatía ha empezado a aumentar en las conversaciones y en el día a día de los ecuatorianos. La hora de elegir a un nuevo Presidente pasa desapercibida en los rincones cotidianos, donde las críticas hacia la democracia y la clase política se hacen sentir con la total indiferencia sobre cuál será el próximo nombre que se sentará en Carondelet. Las elecciones se acercan ante rostros impávidos, pues, al final “todo seguirá igual”.
Blanca Chicaiza, de 53 años, viste una camiseta rosa y un jean azul oscuro; el delantal de cuadros con el que vende helados de michelada, maracuyá, mango y limón. Chicaiza llega todos los días a Cumbayá, donde tiene lo que hoy ha llamado su ‘oficina’: trabaja en las calles del sector, desde las 10:00 hasta las 16:00, según la hora a la que acabe su producto.
Para ella, las elecciones no son parte de la realidad. Y es que “las preocupaciones de los políticos y los candidatos no son las mismas que las que tenemos las personas de a pie, de la calle”, dice.
“Imagínese, hablan de deuda externa, de empleo y de otras cosas que saben decir; pero a la gente le sigue faltando todo. Nos falta trabajo, no hay plata, no hay salud, no hay buena educación. No hay nada. Y la cosa no cambia, no importa a quién demos el voto, todos son lo mismo”, dice con voz firme, aunque con un tono de decepción.
“Yo, mi señor, me levanto todos los días temprano para sacar producto, para venir a vender; y aquí toca pasar sol todo el día. Mis dos últimas hijas ya están en el colegio y toca sacar para los gastos, los útiles y todo”, dice.
Hace ya más de cinco años Blanca Chicaiza trabajaba como costurera en un local de su barrio, en Pifo. Sin embargo, con el tiempo tuvo que cerrar su negocio y se quedó sin empleo, lo que le obligó a trabajar en las calles, informalmente.
“Primero me tocó vender frutas y verduras con mi esposo, pero luego tuvimos problemas con la camioneta que usábamos para llevar y traer productos y nos tocó dejar el negocio. Así que ahora él se dedica a trabajar en algunos terrenos como peón y yo tengo que seguir aquí vendiendo”, asegura.
Pero su negocio no le da lo suficiente y con su esposo logran con las justas librar con los gastos de la casa y de sus hijas. “Pero de eso no hablan los políticos. A mí quién me asegura que si voto por alguien realmente se va a preocupar por que tenga un trabajo o una vida digna al menos. Eso no pasa. Llegue quien llegue la situación va a ser igual”, enfatiza.
Por esto, Chicaiza aún no ha decidido por quién votar y, de hecho, no sabe si dará el voto a alguno de los nombres que figuran en la papeleta. “Al final aquí las elecciones son un chiste y no sirven para hacer algo con el país”.
Así como ella, varias personas comparten similares opiniones y percepciones sobre lo que le espera al país en los próximos años y el proceso para elegir su rumbo. Ecuador Chequea habló con algunos de ellos. Estas son algunas de sus conclusiones:
Hilda Gutiérrez, 67 años: “Los políticos no van a hacer nada por nosotros y nunca lo han hecho. Este país siempre está en crisis, llegue quien llegue. Y se lo digo yo, que he vivido muchas elecciones. Las cosas no van a cambiar si uno mismo no hace algo. Porque los políticos todos son lo mismo”.
José David Gómez, 36 años: “Estas elecciones son importantes, pero no podemos decir que algo va a cambiar. Los más opcionados son (Daniel) Noboa y (Luisa) González, los mismos de siempre. Entre esos dos prefiero a Noboa, pero la cosa va a seguir igual. Yo ya hasta he pensado en irme del país”.
Carlos Valverde, 70 años: “Todos los años se dice que son elecciones clave, que el país está en juego, pero se repite la historia: nos roban, nos mienten y nos piden el voto con una sonrisa. Ya uno se cansa. Yo, este año no pienso votar, ya me cansé y ya estoy viejo para seguir creyendo en cuentos”.
Gustavo Estévez, 23 años: “Creo que tenemos que cambiar la política y por eso debemos apropiarnos del voto. Debemos ir y elegir por quienes más nos representen, lejos de los políticos viejos, que ya están desgastados y tienen ideas viejas. Si nosotros no hacemos frente, no hay quien lo haga”.
Del total de personas con las que habló este medio, el 80% manifestó una apatía por el proceso electoral y poca confianza en que el futuro del país vaya a cambiar con la llegada de un nuevo gobernante. ¿Por qué se da esto y por qué los procesos electorales pasan cada vez más a segundo plano en importancia para los electores?
Falta de interés
Para Giuseppe Cabrera, analista político, la dinámica de la política en el país ha cambiado gradualmente en las últimas décadas, lo que también ha influido en la percepción de los electores con relación a los procesos electorales.
“La era de la política de partidos ha terminado definitivamente en el país. Hoy por hoy entramos en la era de los líderes que se movilizan. Entonces, Rafael Correa y Daniel Noboa, actualmente, son los únicos capaces de movilizar masivamente. Lo que se disputa hoy es el liderazgo de movilización y de adeptos”, dice el experto.
El analista asegura que esto ha llevado a que las tendencias se marquen cada vez más hacia pocos escenarios. Hoy, o eres correísta o eres noboísta. Ya no hay casi medias tintas. Es estar con Correa y en contra de Noboa, o estar con Noboa y estar en contra de Correa”.
Esto, sin embargo, ha sacado del panorama a gran parte de la población que no está ni del un polo ni del otro. Y para Cabrera, esta es una de las razones por las que la política se ha alejado de las audiencias cada vez más y por lo que actualmente la apatía es más generalizada. “Si no me identifico con nadie y nadie defiende mis ideales, pues pierde el chiste la democracia”.
Fernando Contreras, sociólogo y analista político, asegura que la sociedad se ha alejado de los políticos debido a que los mismos políticos han marcado una línea de diferencia entre lo que ellos buscan y lo que la población tiene como objetivo.
“Los políticos no logran acercarse a las audiencias. Estamos acercándonos a una crisis democrática a nivel mundial, porque la política se hace desde los escritorios, lejos de las calles y de la realidad del país”, dice.
Además, asegura que la falta de un rumbo a nivel político no contribuye al panorama. Esto, debido a que las fallas que existen en los gobiernos terminan afectado la legitimidad de la política, algo que también genera este ambiente de apatía.
El experto también detalla que es necesario que la población vuelva a acercarse a la política para generar una democracia participativa. Aunque, aclara que el camino es largo.
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