Ecuador atraviesa su tercera semana de apagones, afectando la economía y las proyecciones de crecimiento. Durante tres trimestres consecutivos, el consumo en los hogares ha disminuido y las repercusiones de la crisis energética seguirán durante 2025.
POR: Juan Camilo Escobar
Ecuador continúa enfrentando la tercera semana consecutiva de apagones, correspondientes a la tercera crisis energética desde octubre pasado. Los racionamientos continúan a pesar de las primeras lluvias tras una severa temporada de sequía en las cuencas del sur y la Amazonía, donde se ubican las principales centrales hidroeléctricas del país.
La sombra de estos cortes de energía se cierne sobre la economía nacional, limitando aún más el modesto panorama de crecimiento que se había previsto. Así, el más reciente informe del Banco Central sobre esta materia, fechado el 13 de septiembre, redujó las proyecciones de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) para 2024, del 1% al 0,9%, un golpe más de la crisis energética.
La revisión a la baja se suma a los efectos negativos que ya se experimentaron en los primeros meses de 2024, cuando más del 53,7% de las empresas reportaron afectaciones por los cortes de energía, de acuerdo con la Encuesta Mensual de Opinión Empresarial del BCE. El sector de la construcción fue el más afectado, con una caída del 10,8% en la producción, en comparación con el mismo periodo de 2023, mientras que el sector servicios registró una reducción del 1,9%.
Tras esa primera serie de apagones de este año, el Ministerio de Energía estimó que cada hora de suspensión de electricidad le costó al país 12 millones de dólares, una cifra que evidencia el impacto económico de los apagones en sectores clave, como la industria y el comercio. Ahora, diferentes gremios productivos han actualizado las estimaciones de pérdidas económicas, cifrando entre 18 y 22 millones de dólares cada hora de apagón.
Consultada sobre este tema, la vicepresidenta de la Cámara de Comercio de Quito, Tania Pazmiño, se muestra inquieta. Su tono pausado revela la gravedad de la situación. Las empresas que representa —miles de negocios que sostienen buena parte de la economía capitalina— están paralizadas, indica.
“Es uno de los golpes más duros que hemos recibido. Literalmente, no podemos producir”, dice con una mezcla de resignación y alarma.
Pazmiño también dice que, ante la gravedad de las repercusiones en el aparato productivo nacional, se debe declarar como prioridad número uno para el Estado, independientemente de los gobiernos de turno, la planificación del sector energético a largo plazo. No obstante, subraya la necesidad de considerar las urgencias que enfrenta el país en este momento.
Estas declaraciones de la dirigente empresarial toman relevancia en el contexto del balance económico presentado por el Banco Central al cierre de septiembre. Según el informe, por tercer trimestre consecutivo el consumo de los hogares ecuatorianos ha disminuido: -0,5% en el cuarto trimestre de 2023, -1,1% en el primer semestre de 2024 y -2,2% en el segundo trimestre de este año.
El Central también reportó que, además de la contracción del consumo de los hogares, el gasto público final se redujo en un 0,6%, mientras que la inversión en activos fijos —como edificios, maquinaria y equipo— experimentó una caída del 8,2% durante el segundo trimestre de 2024.
Consultada sobre estas cifras, la extitular del Banco Central Mónica Artola califica como “optimista” la reciente revisión a la baja del crecimiento económico. Artola señaló que otros organismos internacionales han reducido aún más esta proyección, situando la expectativa de crecimiento de la economía ecuatoriana en apenas un 0,1%.
“El Banco Central ya indica que estamos en recesión, y los apagones lo único que harán es impedir que crezcamos este año. Aunque el Banco Central actualizó su proyección a un 0,9% para 2024, creo que eso es muy optimista, ya que los apagones provocarán una mayor desaceleración económica, más desempleo y mayor inseguridad”, advierte Artola.
“No veo de dónde vamos a crecer 0,9% de acuerdo con el Banco Central porque ya decrecimos en un 2,2% sin los apagones”, indica.
Otros dos analistas consultados añadieron dos factores adicionales que explican tanto las actuales como las futuras consecuencias de los apagones, no sólo para la economía nacional, especialmente para millones de empresas, sino también para el estado anímico general de los ecuatorianos. Según estos expertos, la falta de estabilidad en el suministro eléctrico no sólo afecta la producción y la competitividad, sino que genera un ambiente de incertidumbre y desánimo que impacta negativamente en la confianza de la población y en las expectativas económicas del país.
Además, señalaron que todas estas repercusiones se dan en un contexto de definiciones políticas claves, con la próxima inscripción de candidaturas a la Presidencia de la República y a la Asamblea Nacional, lo que añade una capa adicional de incertidumbre al panorama general.
El analista económico y financiero Jorge Olmedo consideró que “las expectativas de producción y de consumo para el 2025” se ponen en pausa xomo consecuencia de las cuantiosas pérdidas ocasionadas por los apagones.
«No hay certidumbre sobre cuándo se resolverán los problemas del sector energético, y además está pendiente lo que sucederá en términos de seguridad, política y aspectos sociales. Esto, sin duda, afectará la estabilidad económica del próximo año», agregó.
Grace Guerrero, economista e investigadora de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, recordó la difícil situación que enfrentan los empresarios y otros sectores claves, como la educación y la salud, al no poder planificar sus actividades diarias debido a los sorpresivos racionamientos eléctricos, que no respetan los horarios previamente programados.
Las consecuencias se reflejan en cuantiosas pérdidas en lo económico y también en materia de la autoestima de los ecuatorianos
«Hay un impacto también en la gente, que percibe cómo las decisiones importantes de política pública se postergan. Esto genera una gran inseguridad y debilita el estado de ánimo colectivo. No podemos imaginar que en 2024, e incluso entrando a 2025, sigamos enfrentando estos problemas que otros países ya han superado. Esto impide que veamos a Ecuador de la manera positiva que todos quisiéramos», afirmó.
Por ahora, el Central señala que sólo 5 de las 20 industrias principales del país presentaron crecimientos interanuales durante el segundo trimestre de 2024, revelando una desaceleración generalizada de la economía.
Las actividades profesionales técnicas lideraron el crecimiento con un 8,5%, seguidas por la explotación de minas y canteras (1,8%), la manufactura de productos alimenticios (1,1%), la pesca y acuicultura (5,5%), y las actividades inmobiliarias (0,8%).
Sin embargo, la mayoría de los sectores experimentaron contracciones. La construcción fue la más afectada, con una caída del 17,2%, seguida por la manufactura de productos no alimenticios (-9,7%) y el comercio (-4,8%). Sectores claves, como el transporte y almacenamiento, la administración pública y la información y comunicación también registraron descensos.
En términos de contribución al PIB, el comercio tuvo el mayor impacto negativo (-0,8%), mientras que la agricultura, ganadería y silvicultura aportó positivamente (0,6%), a pesar de no mostrar crecimiento en el período.
Estos resultados sugieren que la economía ecuatoriana enfrenta desafíos significativos, con la mayoría de los sectores industriales experimentando contracciones o estancamiento en el segundo trimestre de 2024.
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