La encuesta de salud mental en Quito muestra que el 92,6%, de 1.200 hogares consultados, vive con problemas de estrés; y 1 de cada 4 personas tienen algún problema de salud mental. Condiciones como ansiedad y depresión pueden cobrar fuerza en medio de la crisis de seguridad que vive el país.
Han pasado 40 días desde que a través del Decreto Ejecutivo 111, se reconoció la existencia de un conflicto armado en Ecuador; más de un mes desde que el presidente, Daniel Noboa, decidió declarar la “guerra” a 22 organizaciones criminales que operan en el país, calificándolas de terroristas.
Desde el pasado 9 de enero, redes sociales y medios de comunicación se han llenado de información de todo tipo sobre el conflicto armado interno. Bandas desarticuladas, detenidos todos los días, armas decomisadas y nuevos operativos han marcado los titulares de la jornada, pero también han cobrado fuerza otras noticias que narran las respuestas del crimen organizado: atentados, motines y comunicados. Todo ha convergido en una suerte de campo de batalla, en el que la población termina colocándose en medio.
Esto, en un país donde “las afecciones de salud mental son cada vez más comunes y tratarlas continúa siendo un tabú”, puede llegar a ser un detonante de problemas mayores, así lo asegura Fernando García, psicólogo clínico. Por eso, “es un tema a tomar en cuenta en medio de la crisis que vive el país”.
En Ecuador no existen cifras claras sobre el estado de salud mental de la población. Sin embargo, hay estudios que pueden mostrar algunos indicios. Quito, por ejemplo, realizó la primera Encuesta Distrital de Salud Mental, elaborada por la Fundación Tamdem.
Según el estudio realizado en 1.200 hogares, el 92,6% de quiteños viven con problemas de estrés. Además, 1 de cada 4 personas presentan algún problema de salud mental; al igual que 1 de cada 4 quiteños ha tenido pensamientos suicidas.
La encuesta expone que la principal causa del estrés y otras afecciones de salud mental en la ciudad es la situación económica que mantiene la población. A esto se suma la falta de tiempo para realizar actividades y las relaciones interpersonales.
Entre sus descubrimientos, este sondeo que se realizó por primera vez en la ciudad, asegura que a pesar de que la incidencia de complicaciones de salud mental es elevada en Quito, la percepción de la población no lo refleja necesariamente. El 50,2% de la población considera que su situación es buena, el 46,3% que es normal y sólo el 3,5% reconoció que su realidad en temas de salud mental es mala.
Para García esta última cifra es el indicio del bajo reconocimiento que tienen las enfermedades o afecciones de salud mental en la población.
“Esto hace que los problemas se agraven, no se traten y que contextos como la crisis de seguridad que vive el país se convierta en detonantes del avance de problemas como la depresión, la ansiedad, estrés, condiciones comunes en la población”, dice el experto.
Una encuesta realizada en el 2021 por World Vision y la red Wamprakunapak Yuyaykuna muestra las condiciones de salud mental en niños, niñas y adolescentes, “que pueden llegar a ser también fuertemente afectados por este tipo de escenarios”.
Según sus datos, 20% de niños y adolescentes de todo el país presentan síntomas de depresión o ansiedad. El 10%, aproximadamente, ha intentado suicidarse. A lo que se suma que el 11,4% asegura que pocas veces ha recibido apoyo emocional de su familia y que el 27,9% declaró no sentirse cómodo hablando con un profesional sobre sus sentimientos. Además, el 20% destacó no saber identificar situaciones de estrés y abrumadoras para buscar ayuda.
En el caso de niños y adolescentes, los problemas de salud mental “presentan los mismos problemas, en los que el tratamiento es complicado y el apoyo familiar aún no es suficiente”.
Un detonante
Con estos datos, a manera de radiografía de las condiciones de salud mental en algunos sectores del país, cabe preguntarse, ¿cómo el conflicto armado interno y la crisis de inseguridad que se vive puede agravar la salud mental de la población?
Andrés Sánchez, también psicólogo, intenta responder esta pregunta: “En estos tiempos difíciles que atraviesa nuestro país es fundamental reconocer los desafíos que enfrentamos, especialmente, en términos de salud mental”.
Para él, la crisis que atraviesa el país “por la violencia, la inseguridad y la desigualdad” tiene un impacto profundo en el bienestar psicológico de la sociedad.
“Algunos de los efectos pueden incluir incluso estrés postraumático, ya que las personas que están vinculadas directa o indirectamente a la violencia y la inseguridad pueden experimentar traumas psicológicos qué afectan a su bienestar mental”, indica.
Este tipo de condiciones pueden verse presentadas en personas que terminan viviendo de cerca el conflicto armado, “generalmente puede derivar de muerte de seres queridos, detenciones injustificadas o formas de presenciar la violencia directamente, transmitida en asesinatos o atentados”. Esto, a su vez, pone en condiciones de mayor vulnerabilidad, si de salud mental se habla, a quienes viven en barrios marginales del país, donde la ‘guerra’ contra el narcotráfico y el crimen se ha empezado a vivir en primera persona.
Sin embargo, las afecciones a la salud mental llegan a todos los sectores de la población: “la incertidumbre constante, el miedo a la violencia y posible muerte de seres queridos también puede ser otro detonante y puede causar depresión o ansiedad en la población afectada”. Además, la presencia de los grupos criminales en el país puede generar un clima de “desconfianza generalizada en la sociedad, lo que dificulta las relaciones interpersonales y la sensación de seguridad”.
Según Sánchez, esto construye un escenario propicio y permeable para el avance de las enfermedades de salud mental en todos los estratos de la población, “aunque en diferentes niveles”. Además, aclara que este tipo de contextos pueden desencadenar un aumento de uso de sustancias, lícitas o ilícitas, por parte de la población para enfrentar estos problemas.
“Estamos en una situación que avanza hacia lo crítico en temas de salud mental y que hace necesaria cada vez más la concientización sobre la importancia de cuidarla, tanto desde las personas como desde el Estado, a través de iniciativas prácticas y efectivas”, señala.
Para la psicóloga Diana López es importante que se tome en cuenta la salud mental en estos tiempos, “en los que el miedo se ha convertido en una constante y la información fluye a mil por hora, haciendo que estemos expuestos a violencia en mayor medida a través de noticias, videos e imágenes que generan gran impacto en la población”.
¿Cómo cuidar la salud mental?
Todos los expertos consultados coincidieron en que la creación y fortalecimiento de redes de apoyo es esencial para enfrentar panoramas como el que vive Ecuador. Esta puede estar conformada por amigos, familia o gente cercana con quienes se “pueda conversar de los problemas o preocupaciones que se viven en el día a día, sin tapujos”.
“Esta red también debe incluir un seguimiento psicológico profesional para abordar y gestionar los efectos psicológicos de la crisis. La terapia y el asesoramiento son herramientas poderosas para enfrentar estos problemas”, afirma Sánchez.
El experto, además, recomienda participar en actividades comunitarias, “que nos mantengan conectados con el entorno”. Esto puede promover el apoyo mutuo y la solidaridad para mitigar el impacto psicológico, pero también hacer que su comunidad se sienta como un espacio seguro, creando mejoras en la sensación de seguridad y reduciendo los síntomas de ansiedad, por ejemplo.
“Podemos aprender prácticas de manejo del estrés como la respiración profunda, la meditación, hacer ejercicio regularmente. Esto va a mejorar el bienestar emocional”, recalca.
Para Sánchez, el darse un descanso de las redes sociales puede llegar a ser necesario para reducir la exposición a la violencia desde la población.
Por su parte, López asegura que desde la individualidad se pueden implementar estrategias de autocuidado al pasar tiempo con familiares y seres queridos.
“Esta crisis no puede paralizarnos. Es esencial que nos unamos para superar estos desafíos. Pero para esto, también es necesario que desde las autoridades se tomen medidas que brinden herramientas a la población para poder trabajar en su salud mental, porque una sociedad que vive con estrés ansiedad o depresión, nunca será una sociedad funcional al. 100%”, declara.
Así, la experta López explica que se deben tomar iniciativas de tratamiento psicológico gratuito y otras iniciativas que acerquen cada vez más a la población con la importancia del cuidado de su salud mental. “Podemos hacer muchas cosas individualmente, pero también necesitamos un Gobierno que, en medio de esta crisis, ponga énfasis en la salud mental”.
De momento, iniciativas como la línea 171, donde se ofrece asesoría psicológica gratuita, han marcado este camino. Sin embargo, según los expertos, es necesario llevar más cerca a las personas el tratamiento de la salud mental.
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