A exasambleístas como Virgilio Saquicela, Luis Almeida y Esteban Torres, entre otros, los electores les negaron la posibilidad de reelección, por lo que les toca seguir de lejos el ritmo político de la nueva Asamblea que se instala mañana.
Mañana, tras exactamente seis meses de haber sido disuelta por el presidente, Guillermo Lasso, la Asamblea volverá a funcionar para completar el período legislativo, hasta el 14 de mayo del 2025.
Aunque está contemplada en la Constitución, la muerte cruzada fue una experiencia inédita en el país, que puso a prueba a algunas instituciones, como el Consejo Nacional Electoral (CNE), organismo que tuvo que convocar y organizar en 90 días las elecciones anticipadas, que se cumplieron el 20 de agosto.
Fue un proceso electoral en el que participaron más de 1.400 candidatos para 137 curules. Entre ellos, alrededor de 70 asambleístas cesados, que se presentaron para buscar la reelección. No todos lo lograron; tras los resultados del 20 de agosto, algunos políticos de la Asamblea disuelta tendrán que ver a la nueva Legislatura desde sus casas. Simplemente el pueblo, a través de las urnas, les dejó con las ganas de ocupar nuevamente la curul.
Uno de los más sonados fracasos políticos se dio en Cañar: lo protagonizó Virgilio Saquicela, expresidente de la Asamblea disuelta. Acostumbrado a maniobrar políticamente a su favor —por algo ha ocupado cargos públicos con varias ‘camisetas’ políticas y por algo se convirtió en el Presidente de la Asamblea sin pertenecer a una bancada que le respalde, caso muy parecido al de Fabián Alarcón—, para las elecciones anticipadas logró que el Partido Socialista, núcleo provincial —sin acatar las directrices de la directiva nacional—, le dé chance para buscar la reelección y encabezó la lista de asambleístas provinciales. Pero Cañar le dijo esta vez ‘No’.
Otro exlegislador que se quedó con las ganas de regresar a completar el periodo es Luis Almeida, que en la Asamblea disuelta perteneció al Partido Social Cristiano. Esta vez participó por Centro Democrático. Lo que muchos se preguntan es por qué quería ser nuevamente asambleísta si durante su intervención en el último debate del Pleno, una día antes que se disolviera la Asamblea, se quejó amargamente de que el sueldo líquido que recibía, de 3.300 dólares mensuales, no le alcanzaba ni para una semana y por lo que tenía “que correr a pedirle a su esposa o a la herencia de su madre”. Pero, a él también el pueblo de Guayas esta vez le negó la reelección.
Golpes electorales
A pesar de que el Partido Social Cristiano alcanzó un número similar de asambleístas al del 2021, no son los mismos que estuvieron en la Asamblea cesada. En las últimas elecciones se quedaron legisladores como Nathalie Viteri y Pablo Muentes, por Guayas. Por Pichincha en cambio tendrán que esperar su oportunidad de representar a esta provincia Marjorie Chávez; y por Tungurahua, Esteban Torres, que fue su jefe de bancada e inclusive estuvo pocos días como segundo vicepresidente de la Asamblea.
Por la Revolución Ciudadana la exlegisladora María Fernanda Astudillo fue de las pocas de esa organización que no logró la reelección.
Y del Movimiento Pachakutik, Pilar Llano no pudo concretar en esta última elección su aspiración de llegar como legisladora titular. Llano se principalizó el último día en que sesionó la Asamblea antes de ser disuelta. Lo hizo en reemplazo de Peter Calo, quien está detenido y setenciado por violación, lo que le obligó a renunciar a su curul. Tampoco logró la reelección Isabel Enrriquez.
Otros antiguos, sin opción
Pero no solamente fracasaron en las urnas exasambleístas que buscaban la reelección inmediata. También hubo casos de “eternos” políticos que vieron en las elecciones anticipadas su oportunidad de regresar, pero tampoco.
Tal vez el caso más emblemático sea el de José Bolívar Castillo. El ‘Chato’, como se le conoce, tuvo sus tiempos dorados, al punto de convertirse en un verdadero ‘cacique político’ y, en tal virtud, arrasaba en toda elección a la que se presentaba, lo que le permitió ser por cuatro ocasiones alcalde de su natal Loja y tres veces legislador por la provincia del mismo nombre.
Su ‘estrella’ electoral se apagó desde el 2018. Ese año le revocaron el mandato de la Alcaldía, último cargo público que ocupó el político de 78 años. Desde entonces ha perdido cuatro elecciones seguidas: dos para alcalde y dos para asambleísta, la última el 20 de agosto.
También está el caso de Ximena Bohórquez, exprimera dama y exdiputada, roles que ejerció de manera simultánea. Esta vez quiso ser asambleísta por Pichincha en representación de Sociedad Patriótica, pero no le alcanzaron los votos. Le queda de consuelo que su esposo, el expresidente Lucio Gutiérrez, logró con las justas el último escaño de asambleísta nacional.
Otro político cuyo caso llama la atención es el de Juan Javier Dávalos, exconsejero de Participación Ciudadana. En enero fue destituido de ese cargo por la Corte Constitucional, junto con otros seis consejeros. Eso no impidió que mantenga su candidatura para la reelección a ese organismo en febrero y perdió; destitución que tampoco impidió que se presentara como candidato a asambleísta por la Revolución Ciudadana en las elecciones del 20 de agosto, que también perdió.
También llama la atención es que a pesar de esa destitución la Revolución Ciudadana lo haya candidatizado y hoy que Patricio Carrillo, de Construye, ganó una curul nacional, se oponga a que la ejerza con los argumentos de que fue censurado en su momento por la Asamblea y que todos deben cumplir con la Ley.
Por su parte Brith Vaca y Fernando Morales, buscaron dar el salto de concejales de Quito a asambleístas, sin mayor éxito.
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