La desinformación afecta cada vez más. Por ello, los periodistas verifican, contextualizan y analizan la información. Desde nuestra redacción creemos que hay que chequear los ‘grandes temas del país’, pero… ¿se debe descartar un chequeo sólo porque parece algo obvio?
POR: Paola Simbaña Ramos
En un mundo apocalíptico donde se desata una enfermedad, las personas que lo habitan deben adaptarse a un mundo nuevo. Esta es la trama de la serie ‘The Last of Us’, una verdadera tendencia en la actualidad. La serie fue inspirada en un videojuego de terror, acción y aventura, que tiene el mismo nombre. Sin embargo, esta ficción ha tocado la realidad a través de la desinformación. ¿Cómo? Es que, así como en la serie se presenta a los seres humanos expuestos a distintas circunstancias que nos ponen en peligro, la desinformación también lo hace.
Por ejemplo, en Facebook se publicó un contenido de una de las escenas de la serie, en la que se ve a los protagonistas, Pedro Pascal y Bella Ramsey, acostados en un colchón y cubiertos con una manta. En Ecuador, circuló esa imagen y se aseguraba que la persona que aparecía era un señor llamado José, que vive en Quito y que se dedica al reciclaje y que en la fotografía estaba acompañado por su hija, sugiriendo que son mendigos. Se puso como titular al post: “Servicio social”.
Sin embargo, pese a ser esta serie tan conocida a través de las plataformas de streaming, varias personas realizaron comentarios en el post dando crédito a este contenido, como: “Pobrecitos. ¿en qué parte de Quito están? Para ver cómo les podemos ayudar”; “¿En qué parte del centro? Nunca los he visto”; “No puede ser este Gobierno no se preocupa por la gente de la calle”.
A través de estos comentarios es que nos damos cuenta de que, aunque un contenido en redes puede parecer muy inocente o, algunas personas pueden saber de qué se trata; estos contenidos logran obtener la atención de los usuarios para engañarlos. Y ese es el verdadero peligro al que estamos expuestos en la era del internet.
Desde el 2020, se expuso que la desinformación tomó aún más fuerza y, en paralelo con el Covid-19 se denominó a la ‘infodemia’ como una pandemia que tiene que ver con la exposición a gran cantidad de información sobre un tema, que puede ser cierta, pero también puede ser falsa.
“La desinformación es la información falsa o incorrecta con el propósito deliberado de engañar. En el contexto de la pandemia actual, puede afectar en gran medida todos los aspectos de la vida, (…) Muchas historias falsas o engañosas se inventan y difunden sin comprobar su veracidad ni calidad. Gran parte de esta desinformación se basa en teorías de la conspiración, y parte de ella introduce algunos de los elementos de ellas en el discurso predominante”, detalló la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Es en situaciones como estas en las que aparece la desinformación o estos rumores junto con la manipulación y en plena era de la información, este fenómeno se amplifica mediante las redes sociales, propagándose más lejos y más rápido, como un virus, lo ha explicado la OPS.
Algunos ejemplos de desinformación
La Asamblea General de las Naciones Unidas, preocupada por la proliferación de la desinformación publicó un informe para promover la cooperación internacional en la lucha contra la desinformación. En el documento se detalla que la desinformación puede tener diversos motivos, como políticos, ideológicos o comerciales, o una combinación de ellos. Y, cuando se utiliza por quienes tienen poder e influencia, puede desgastar la confianza en las instituciones públicas, polarizar las sociedades y exacerbar las divisiones sociales. De esta manera se puede crear un terreno fértil para que florezcan el populismo y el autoritarismo.
Sin embargo, en esta era varias personas han cuestionado por qué se verifican los contenidos que circulan en redes. Así como la imagen de la serie ‘The Last of Us’, circularon varios contenidos sobre el presidente, Guillermo Lasso. Se decía, por ejemplo, que el primer mandatario, supuestamente, había declarado que si intentan botarlo del Gobierno se fracturará el otro peroné. Aunque, el contenido puede parecer un meme o un contenido en tono de burla, el post se presentaba bajo un claro sesgo político.
Esta publicación circuló en redes sociales, luego de que el 4 de marzo, la Asamblea aprobó el informe del caso ‘El Gran Padrino’, que recomienda el juicio político al primer mandatario. Es decir, bajo la coyuntura actual, varios posts como este empezaron a compartirse, sobre todo en Facebook.
Por esta verificación, Ecuador Chequea recibió un comentario en el que cuestionó por qué verificamos ese tipo de contenidos. Adicional a este contenido, la semana pasada, llegó a nuestra redacción una imagen sobre el asambleísta Fernando Villavicencio en la que se decía que, pese a los audios filtrados por La Posta y la baja de dos generales de la Policía dentro del caso ‘El Gran Padrino’, Villavicencio seguirá defendiendo a Lasso, e incluso menciona que es su abogado.
Dicha publicación no incluye ningún dato básico con detalles que pueda servir como elemento probatorio de la afirmación mencionada, sino que pone entre círculos rojos, como signos de advertencia, una consigna de descalificación. Debido a su sesgo político y a que no se encontró ningún pronunciamiento del legislador sobre el tema, el post fue calificado como falso.
Pero, para llegar a una calificación de los contenidos que verifica Ecuador Chequea hay que cumplir con varios filtros básicos periodísticos, es decir, obtener pruebas, datos, documentos, entrevistas y contraste de información. En ese sentido, al consultar sobre el tema con Villavicencio, el político criticó la verificación de esos contenidos y dijo que el tema que se mencionaba en redes no era importante.
¿Cuál es la importancia de verificar los contenidos?
Tania Orbe, docente de la carrera de Periodismo de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), explica que la verificación debe ser un proceso ciudadano, que no debe limitarse sólo a los periodistas. Pero que, además, es trascendente verificar los contenidos que circulan en redes sociales, porque existen olas desinformativas.
La docente señala que, de acuerdo con lo mencionado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta época fue catalogada como una ‘infodemia’ y ‘desinfodemia’, es decir, la información validada e información errónea o que combina verdades con falsedades que circula.
“Todo periodista debe ser fact-checker, no sólo quienes se dedican al fact-checking, pues verificar la información es uno de los principios del periodismo. Yo no puedo creer sólo lo que me dice una fuente, tengo que contrastar con otra fuente y tengo que validarla con datos públicos, profesionales e independientes”, detalla.
Orbe afirma que, según Google News Lab, el 70% de los usuarios de internet está dudando o le cuesta verificar si el contenido que está viendo es información precisa, imprecisa, falsa o errónea. “Esto significa que estamos hablando de 7 de cada 10 personas, independientemente de su edad, no saben cómo identificar qué es cierto y qué es falso. Unesco también ha detallado estas estadísticas y ha identificado que los jóvenes, sobre todo de 25 años para abajo, y los adultos de 60 años en adelante son los más vulnerables a creer en desinformación y a estar compartiendo esta información errónea. Esto se debe a que hay una falta de conocimiento, de cultura en alfabetización digital y mediática”, asegura.
Según Orbe, las personas son analfabetas digitales, pues están dispuestos a compartir datos personales, claves bancarias, tarjetas de crédito, sin fijar un sistema de seguridad digital mínimo, como tener claves de acceso diferentes. Y, por ello, deben alfabetizarse como ciudadanos digitales.
La OMS señala que la desinformación es una falsa información generada con la intención de aprovecharse de ella o causar daño. Pero, sobre todo, recalca que ese daño podría afectar a una persona, un grupo de personas, una organización, e incluso un país. “Por lo general, la desinformación obedece a algún plan, y puede ser peligrosa. Durante esta pandemia estamos viendo cómo se la utiliza para tratar de erosionar nuestra confianza en los demás, en nuestros gobiernos y en las instituciones públicas”, asegura el organismo.
En un foro sobre la importancia del fact-checking, Carol Macário, fact-checker de Agencia Lupa, recalcó el trabajo de los fact-checkers, pero precisó que es una labor que no se puede asumir solamente a quienes se dedican a esa rama del periodismo. “Creo que es muy importante poner el foco de atención en el tema de la alfabetización mediática, que es una de las partes importantes de cómo podemos contribuir a parar la cadena de desinformación”, dijo.
Desde el fact-checking
Los fact-checkers, o verificadores, son periodistas o medios de comunicación que se dedican a verificar los contenidos que circulan en internet, pero también los datos que son declarados por autoridades públicas para contrastarlos con base en información certera.
“Un periodista, en su trabajo de fact-checking, no solamente tiene que verificar la información que es parte de su reportaje y no solamente la información que sea viral, sino también esa información que tiene una trascendencia sobre los Derechos Humanos o sobre un estado de la sociedad, por más que sea una información pequeña. Tengo que ver cuál es el impacto y cuál es el beneficio o la afectación que tiene sobre una sociedad en particular. Y ese es el trabajo de servicio que debe hacer un periodista, más allá de la viralidad. Por eso, creo que no trabajamos los periodistas para ser virales, trabajamos para verificar, contextualizar, analizar información y eso implica un servicio ciudadano”, afirma Tania Orbe.
Desde Ecuador Chequea creemos que no hay un solo tema que no toque la desinformación. Por ello, las verificaciones realizadas desde nuestra redacción se elaboran con relación a los temas de coyuntura del país como: el posible juicio político al presidente Lasso, temas sobre corrupción, temas económicos —el Riesgo País o el análisis de las cifras de pobreza—. Sin embargo, también chequeamos otras temáticas que puedan afectar a los usuarios y es que, pensando en los posibles engaños a los que estamos vulnerables hacemos una selección de los temas, que nos permitan cumplir con nuestra labor, el combate a la desinformación.
Para verificar un contenido, este es sometido a una discusión editorial que nos permite seleccionar el tema a tratar para contrastarlo con datos, documentos, entrevistas y varias fuentes, que nos permiten darle una calificación, para llegar a nuestra audiencia con información verificada.
Para evitar que los usuarios se pongan en peligro con la desinformación, Orbe da cinco consejos básicos para verificar los contenidos que son: dudar de todo; leer, ver, escuchar más, es decir, pasar del titular y buscar más información de contexto para formar su propio criterio; identificar el origen de la información; usar el contexto de la información, preguntarse cuándo circuló, en qué tiempo y, pensar antes de publicar y difundir. También la OMS brinda una serie de recomendaciones para evitar ser víctimas de este fenómeno. Como primer paso, preguntarnos cuál es la fuente de esa supuesta información; paso dos: Ir más allá de redes sociales, eso quiere decir buscar información; paso tres: cuál es el autor; paso cuatro: comprobar la fecha; quinto paso: examinar si existen datos que comprueben lo mencionado; paso seis: evaluar nuestras propias tendencias; y, como último paso, remitirse a organización de constatación de la información.
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