Quito ha crecido sin planificación, a pesar de estar en zona de alta sismicidad, junto a un volcán y atravesada por varios ríos. El aluvión del lunes es apenas una consecuencia.
POR: Ángela Lascano, para La Barra Espaciadora y Ecuador Chequea
(Fotos de Iván Castaneira)
Lo sucedido en La Gasca no es un evento aislado. Entre 1900 y 1988, 70 episodios similares se han registrado en Quito. Según un estudio publicado por el Municipio capitalino, las autoridades están conscientes de que los deslizamientos y desprendimientos que suceden en las quebradas, taludes de vías y pendientes, son fenómenos comunes. No obstante, y a pesar de los estudios que demuestran que la falta de planificación urbana agrava el fenómeno, pocas medidas se han tomado.
Según los datos recogidos en el informe Vulnerabilidad del Distrito Metropolitano de Quito, de 2004, seis barrios de Quito han sido los principales afectados por los aluviones: La Libertad, La Gasca, El Condado, San Carlos, La Raya y La Comuna. La Gasca, barrio que se relaciona con las quebradas de Pambachupa y La Comunidad, registró en 1961 dos aluviones. En 1971 ocurrió un nuevo evento con características similares. Sin embargo, es el deslizamiento del 26 de febrero de 1975 el que se recuerda con mayor claridad, pues los deslaves ocurridos ese día dejaron 2 muertos y serios daños materiales.
Aun así, estos desastres no son los más graves. En La Libertad, los aluviones de 1973 ocasionaron 23 muertes y dejaron daños materiales difíciles de reparar. En El Condado, 2 muertos fueron el resultado de un deslizamiento en 1983. En La Comuna, en 1997, también se registraron 2 víctimas mortales como consecuencia del flujo de lodo, rocas, residuos vegetales y otros materiales que invadieron el barrio después de fuertes lluvias.
Según el estudio «Análisis morfodinámico aplicado al diagnóstico de riesgos naturales en los sistemas La Gasca y San Carlos, Quito, Ecuador«, realizado en 1988, las consecuencias y la frecuencia de los deslizamientos y aluviones se habrían podido menguar si existiera una adecuada planificación urbana de la zona y un sistema de prevención contra estos desastres. Dadas las condiciones geográficas del Distrito Metropolitano de Quito, el estudio advertía sobre la conveniencia de mantener un cinturón verde en torno a la ciudad, puesto que la presencia de bosques impediría el desprendimiento de materia.
De entre las cenizas
Los aluviones se originan, particularmente, por la presencia de aguaceros intensos en un contexto de suelos saturados. Los estudios demuestran que la deforestación, el desvío de flujos, la creación de rellenos de quebrada y la urbanización mal diseñada son factores clave que inciden en la gravedad de los aluviones. Diversos sectores se han preguntado si la construcción del cenizario Urkupamba puede o no estar ligada con el desastre ocurrido el pasado 31 de enero.
El llamado Cenizario Ecológico Urkupamba es un proyecto creado en 2019, que planteaba construir, en 4,7 hectáreas de la parroquia de Rumipamba, un espacio supuestamente ecológico dedicado a la cremación y al manejo de cenizas. En su página web, se señalaba que solamente se intervendría en el 11% del total del terreno, buscando que la vegetación propia de la ladera del Pichincha permaneciera intacta. Pero los moradores de la zona denunciaron en el 2021 que la empresa estaba deforestando parte del bosque protector Pichincha-Atacazo, terreno que cuenta con 10.000 hectáreas protegidas. De acuerdo con los planos de la construcción, el proyecto del Cenizario Ecológico Urkupamba intersecaba con tres bosques protectores: el Flanco Oriental del Pichincha, el Cinturón Verde de Quito y las Quebradas Vivas, hechos que volvían a la construcción totalmente inviable.
A pesar de eso, el sitio web de la empresa asegura que obtuvo permisos del Municipio de Quito, de la Secretaría General de Seguridad, de la Secretaría de Territorio, Hábitat y Vivienda, del Ministerio de Salud, del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural, de la Secretaría de Territorio Hábitat y Vivienda, del Cuerpo de Bomberos Quito y del Ministerio del Ambiente, para realizar su proyecto.
Según el artículo 78 de la Ley Forestal de Conservación de Áreas Naturales y Vida Silvestre, que penaliza la poda, tala, descortezamiento, destrucción, alteración, transformación, adquisición, transportación, comercialización o utilización de los bosques protegidos sin autorización, las autorizaciones de la construcción tendrían vacíos y problemas jurídicos.
En febrero del 2021, el entonces alcalde, Jorge Yunda, visitó los terrenos del cenizario junto a los habitantes de la parroquia Belisario Quevedo y se comprometió a detener el proyecto y a expropiar las tierras. Ese mes, y en contra de las declaraciones de la compañía, que aseguraba tener todos los papeles necesarios, el Ministerio del Ambiente y Agua también anunció que no se había otorgado ningún permiso ambiental para la construcción del cenizario. La primera inspección realizada, además, demostró que, efectivamente, había existido tala ilegal por parte de la empresa. El titular de la empresa, Andrés Carrasco, inició procesos legales contra los denunciantes y continuó argumentando que los papeles de su proyecto estaban en orden.
Según una nota del diario Expreso, inicialmente la autorización del proyecto privado surgió de un permiso emitido por la Secretaría de Ambiente del Municipio quiteño. En su visita, Yunda dijo que se iba a “analizar la situación”, puesto que el proceso presentaba irregularidades. Hasta el momento, ninguna de esas irregularidades se ha esclarecido.
En junio del 2021, el Municipio de Quito ratificó la nulidad de la Licencia Metropolitana Urbanística para la construcción del Cenizario. Sin embargo, el 16 de diciembre de 2021, ya bajo la administración de Santiago Guarderas, la Procuraduría Metropolitana de Quito anuló la Declaratoria de nulidad de la Licencia Metropolitana Urbanística Cenizario Urkupamba, permitiendo que el proyecto avance.
A pesar de estos antecedentes, las máximas autoridades de la ciudad señalaron la tarde del martes 1° de febrero que los aluviones en La Gasca no fueron consecuencia de la construcción del cenizario. El Alcalde de Quito dijo que, según unas imágenes aéreas proporcionadas por personal del Ministerio del Ambiente, los deslizamientos se produjeron lejos de los terrenos de Urkupamba y que todos los datos recogidos apuntan a que el desastre se produjo por la presencia de fuertes lluvias. Mostrando el video del sobrevuelo realizado en la zona de desastre, Guarderas reiteró que en las cuencas no hay deforestación.
A pesar de que la relación entre la construcción del Cenizario Ecológico Urkupamba y los aluviones continúa para muchos en entredicho, los desastres ocurridos históricamente en Quito denotan la falta de preocupación de sus autoridades por preservar y reforzar los cinturones verdes con el fin de evitar eventos de esta magnitud.