Ni nuestro sistema de salud ni nuestra Seguridad Social han experimentado cambios significativos; la vacunación y las medidas de prevención se han ido reduciendo paulatinamente. ¿Cómo construimos un futuro más sano y sostenible?
“Ecuatorianos, la vida de todos ustedes será siempre mi prioridad. Por eso, hoy la salud de ustedes es lo más importante. (…) Ante situaciones excepcionales, se necesitan medidas excepcionales. Por eso, he decretado el Estado de Excepción en el país, por lo cual, se cierran los servicios públicos, a excepción de salud, seguridad, servicios de riesgos, y aquellos que por emergencia los ministerios decidan mantener abiertos (…)”. Son palabras del entonces presidente, Lenín Moreno, el 16 de marzo del 2020, a través de cadena nacional.
El país se encontraba a la expectativa sobre las medidas que tomaría el Gobierno para enfrentar la pandemia del Covid-19. Una de ellas, el confinamiento, para evitar el aumento de los contagios.
Hace cuatro años, durante el 2020, las calles de Quito lucían desoladas. Las personas debían estar dentro de sus hogares y sólo se podía salir a comprar comida o medicamentos. Las filas de los supermercados eran largas, mientras todas las personas guardaban casi dos metros de distancia, usaban mascarillas, guantes, protectores faciales y se desinfectaban las manos con alcohol.
Todos los negocios se cerraron y sólo estaban abiertos al público, los que ofrecían servicios esenciales, como alimentación y medicinas.
Este fue el panorama que se vivía hace 4 años, un panorama que parecía no acabar. Es que el virus del SARS-CoV-2 había golpeado fuerte al país, pues Guayaquil fue una de las ciudades más afectadas a causa de esta enfermedad que, en ese momento, era desconocida.
El ‘Puerto principal’ vivía un escenario atroz, las personas clamaban por ayuda en las calles, el nivel de contagios era exponencial, ciudadanos morían en las calzadas o en los exteriores de los hospitales clamando por atención. Debido al nivel de contagio, los pacientes ingresaban solos a las casas de salud y, si llegaban a fallecer, sus familiares no los podían ver, pues eran sometidos a un riguroso proceso para evitar que el virus se esparciera, por lo que se los envolvía en bolsas de cadáveres. En ese momento, muchas personas también perdieron los cuerpos de sus seres queridos.
Pero, además, muchas personas perdieron sus empleos, las escuelas, colegios y universidades cerraron y se trasladaron hacia la virtualidad, lo que también significó un reto e impacto para el desarrollo de las actividades.
Originalmente, el Covid-19 apareció en diciembre del 2019 en Wuhan, China. Se cree que el virus salió de un mercado. Pero el coronavirus dejó una huella devastadora a nivel mundial, pues se registraron 774 millones de casos y 7 millones de muertes hasta la actualidad, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Esta institución señaló que la región fue una de las que más duramente fue golpeada, ya que representó el 25% del total de casos y el 43% de todas las muertes, “situándose como la región con mayor número de defunciones por Covid-19 a nivel mundial”.
¿Qué lecciones quedan para los estados y la ciudadanía?
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), en su actualización epidemiológica del Covid-19 con corte al 15 de marzo de este año, el porcentaje de positividad del virus, detectado en la vigilancia centinela integrada como parte del Sistema Mundial de Vigilancia y Respuesta a la Influenza (GISRS) y notificado a FluNet, era de alrededor del 11% al 3 de marzo.
“A nivel mundial, el número de casos nuevos disminuyó un 44% durante el último período de 28 días, del 5 de febrero al 3 de marzo de 2024 (…)”, explica el organismo.
La OPS recalca que el Covid-19 sigue representando una amenaza de salud mundial y que no se debe bajar la guardia, por lo que es importante seguir vacunando a los grupos vulnerables y reforzar la vigilancia. “También es hora de centrarnos en prepararnos mejor para futuras emergencias y reconstruir mejor para un futuro más sano y sostenible”, resalta.
El virus también ha ido cambiando, mutando, se ha vuelto menos letal, aunque más transmisible. Las vacunas, sin duda, significaron una esperanza para superar al Covid-19. En los centros establecidos, una vez que la población pudo tener acceso a esta vacuna, se registraban grandes filas.
En mayo del 2023, la OMS declaró el fin de la emergencia de salud pública del Covid-19, pero las infecciones aún se registran.
Análisis de expertos
Ana María Gómez, docente e investigadora de la PUCE y especialista en medicina interna y enfermedades infecciosas, dice que hay varias lecciones que nos dejó la pandemia tanto en Ecuador como a nivel mundial. “Como país, no garantizamos los determinantes de salud. Me refiero a que la población en el país no tiene garantizada una cobertura de salud en el caso de estas emergencias. Las muertes que se dieron pudieron haberse evitado con un sistema de salud fortalecido”, indica.
También analiza la situación de pobreza en Ecuador, que se incrementó de una manera exponencial luego de la pandemia, por lo que refleja el “sostén que da el Estado a las personas vulnerables”. Señala que el país debería ya estar en un periodo post pandemia precoz y debería tener un plan sistemático de cómo mejorar la salud pública y no lo tiene.
“La vulnerabilidad del ser humano a los brotes de virus es evidente. Esta no es la primera pandemia que pasa en el mundo ni tampoco la más mortal. La más mortal fue la influenza en los años 20, pero esta en cambio tuvo una gran mortalidad. Es importante para los seres humanos darnos cuenta de que estamos propensos a este tipo de brotes y que la vigilancia epidemiológica de los países ante la emergencia no es eficiente”, afirma.
Para Andrea Gómez, docente investigadora de la Universidad de Cuenca y epidemióloga, es necesario reforzar los sistemas de salud pública a nivel mundial, no sólo en países en vías de desarrollo, como Ecuador. “Nuestro país, lamentablemente, fue uno de los primeros que tuvo casos y que se expandió de manera rápida, no hubo una reacción temprana y estábamos en un proceso de reducción de presupuestos en salud”, dice.
Agrega que el sistema de salud no se ha fortalecido en los últimos años y que la situación política y económica afecta a la salud y que, si no se toman medidas oportunas y tempranas, se puede tener una mortalidad tan alta como las que se tuvo con el Covid-19.
“Nos ha dejado una enseñanza de rápida reacción. Si bien no se ha fortalecido el sistema de salud pública, todavía hay una deuda con el Seguro Social, el tema de medicamentos, o la accesibilidad, sí ha habido un incremento de interés de estudio por la epidemiología o salud pública”, detalla Andrea Gómez, por lo que son áreas indispensables para desarrollar un sistema de salud.
Y asegura que ya hay protocolos de acción y que la gente conoce que el uso de la mascarilla es clave y la importancia de la vacuna; fue indispensable al tenerla en el corto plazo, pero que también frente a esta, hubo mucha desinformación.
Enrique Terán, epidemiólogo y docente de la Universidad San Francisco de Quito, manifiesta: “Lastimosamente, mientras transcurre el tiempo, se va evidenciando que aprendimos muy poco sobre este proceso pandémico y lo que a futuro deberíamos evitar que suceda”.
Añade que la gente ha dejado de lado los elementos básicos para preservar la salud, frente a cualquier eventualidad, como el lavado de manos o el uso del alcohol gel; la mayoría de lugares de acceso público ya no tienen disponible el uso de alcohol y ya no se ve la necesidad de evitar aglomeraciones y tener ventilación.
Terán afirma que ahora la gente se resiste a usar mascarillas. “Creo que lo más penoso es que Ecuador descontinuó, totalmente, la posibilidad del uso de estrategias vacunales como una herramienta de prevención. Si bien, al principio tuvimos una exitosa adopción de todo el compromiso público y privado, se llegó a un 83% de población vacunada con la primera dosis, eso cayó dramáticamente para la segunda dosis, la cual alcanzó a un 74%, en la tercera dosis se logró el 50% de la población y la cuarta dosis no alcanzó más allá de un 12%; es por eso que Ecuador quedó rezagado y en los dos últimos periodos ministeriales que ha insistido que se traigan vacunas actualizadas no hay abastecimiento por parte del Ministerio”, indica.
Los médicos coinciden en que para seguir haciéndole frente a este virus es necesario seguir con las dosis de refuerzo; sin embargo, en el país, de lo que conocen, aún no se dispone de los refuerzos. Y esa medida es la mejor prevención para cualquier enfermedad.
De acuerdo con el rastreador de vacunas del Covid-19, hay 50 vacunas aprobadas para enfrentar a esta enfermedad. De la misma manera, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) recalcan que todas las vacunas son seguras y eficaces, por lo que instan a la población a vacunarse, ya que con ello se puede evitar la enfermedad grave, la hospitalización o la muerte.
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